Mal colectivo ha elegido la ministra Calviño para poner el foco de la desigualdad salarial. La banca, sector privado en el que la remuneración es una cuestión de cada empresa. Por supuesto que al común de los mortales nos parecen desproporcionados los sueldos de millones de euros de presidentes y consejeros delegados, pero parece poco sensato que el Gobierno entre en esa guerra. Sobre todo si lo que quiere es pedir a las entidades que mantengan los puestos de trabajo que están amenazados por ERE. Seguro que la ministra sabe que se consigue más con miel que con hiel.