Un artículo publicado esta semana en la revista 'Matter' detalla esta prueba de diagnóstico rápida y económica, denominada 'RAPID 1.0'. En comparación con los métodos existentes para la detección de la COVID-19, el test es barato y altamente escalable, permitiendo la producción de millones de unidades por semana.
A pesar de la urgencia de la pandemia, la mayoría de los métodos disponibles para las pruebas de COVID-19 utilizan la PCR para detectar el SARS-CoV-2. Aunque es eficaz, la técnica requiere un gran espacio de laboratorio y trabajadores capacitados para emplearla. Estas pruebas también son costosas, corren el riesgo de contaminación cruzada y pueden tardar horas o días en dar resultados.
Este nuevo test ha sido desarrollado por un equipo dirigido por el doctor César de la Fuente, biotecnólogo gallego y premio de Investigación Científica de la Fundación Princesa de Girona, para detectar el virus de forma rápida y precisa y, al mismo tiempo, lo suficientemente barata como para ser ampliamente accesible. Un electrodo impreso con una impresora serigráfica (miles de ellos pueden imprimirse en un día a muy bajo coste) puede detectar el virus en muestras de hisopo nasal o saliva. Los resultados pueden leerse en un ordenador o en un 'smartphone'.
"Antes de la pandemia, nuestro laboratorio trabajaba en el diagnóstico de infecciones bacterianas. Pero entonces llegó la COVID-19. Sentimos la responsabilidad de utilizar nuestra experiencia para ayudar, y el espacio de diagnóstico estaba maduro para las mejoras. Nos preocupan mucho las desigualdades sanitarias que se produjeron durante la pandemia, por ejemplo, en el acceso a las pruebas y el despliegue de las vacunas. Creemos que las pruebas de diagnóstico de bajo coste como esta podrían ayudar a salvar algunas de esas diferencias", explica De la Fuente.
La tecnología 'RAPID' utiliza la espectroscopia de impedancia electroquímica (EIS), que transforma el evento de unión entre la proteína de la espiga viral del SARS-CoV-2 y su receptor en el cuerpo humano, la proteína ACE2 (que proporciona el punto de entrada para que el coronavirus se enganche e infecte las células humanas), en una señal eléctrica que los médicos y los técnicos pueden detectar. Esa señal permite a la prueba discriminar entre muestras humanas infectadas y sanas. La señal puede leerse a través de un instrumento de sobremesa o un smartphone.
El equipo evaluó el rendimiento de su test utilizando muestras clínicas positivas y negativas de COVID-19 del Hospital de la Universidad de Pensilvania, incluidas muestras de la variante británica. En pruebas ciegas, analizaron 139 muestras de hisopos nasales: 109 de las cuales eran positivas a COVID-19 y 30 negativas a COVID-19, según lo determinado por PCR. El equipo también analizó 50 muestras de saliva de los pacientes. Para las muestras de hisopos nasales, 'RAPID' tuvo una precisión del 87,1 por ciento. Para las muestras de saliva, fue del 90 por ciento.
'RAPID' proporciona resultados en cuatro minutos, lo que es más rápido que la mayoría de los métodos disponibles actualmente para diagnosticar el COVID-19. Por ejemplo, las pruebas serológicas pueden tardar entre 15 y 20 minutos, y tienen una precisión de entre el 60 y el 70 por ciento.
Además, es capaz de detectar el virus de la COVID-19 en concentraciones extremadamente bajas (1,16 PFU mL), lo que corresponde a una carga viral que se correlaciona con las etapas iniciales, alrededor de dos o tres días después del inicio de los síntomas. Esto es beneficioso para detectar a los individuos en las primeras etapas de la infección, lo que permite una atención rápida y la disminución potencial de una mayor propagación viral.
Lo más importante es que la tecnología es asequible y escalable. La producción de cada prueba, que puede realizarse a temperatura ambiente, cuesta 4,67 dólares (3,86 euros). Además, los electrodos utilizados en la prueba pueden producirse rápidamente en masa utilizando serigrafías disponibles en el mercado para imprimir la placa de circuito (denominada eChip). Una unidad del tamaño de un laboratorio es capaz de producir 35.000 electrodos al día (unos 1,05 millones al mes).
El equipo también construyó un electrodo para 'RAPID' compuesto por papel de filtro, que es un material más accesible y barato. Con el nombre de ePAD, los investigadores demostraron la aplicabilidad del ePAD para 'RAPID' en un método portátil, conectado a un dispositivo inteligente, que puede permitir una mayor escala y capacidades de pruebas a demanda en el punto de atención. "Disponer de pruebas de bajo coste que sean rápidas y fáciles de leer amplía las pruebas no sólo a las personas que pueden permitírselo, sino a las zonas remotas o desfavorecidas", remacha De la Fuente.