Lo que aquí olieron y explota con fruición el separatismo catalán es lo mismo que ha comenzado a oler por ahí fuera y que está aprovechando Marruecos: Debilidad.
No he dicho sangre, ni lo diré, que no hay porque dramatizar, pero en la naturaleza y en la política la debilidad es su preludio y los predadores es lo primero que detectan. Y entonces las bravuconadas, las impostaciones y los bufidos ya no sirven de nada. Se han dado cuenta de que todo es carcasa y te comienzan a cazar.
La dupleta del presidente y su valido, es de justicia señalarlo, tuvo un largo periodo de éxito ocultando la realidad y consiguiendo hacer pasar su necesidad por virtud. Pero un día se cae un palo y detrás va el sombrajo y se queda al descubierto lo que hay. Lo que siempre hubo. Que Sánchez en España está en manos y al albur de lo que le exijan los secesionistas y que solo tiene una verdadera carta en su haber. Que ellos también saben que es a quien más y mejor van a sacar y estrujar y que por ello les conviene mantenerlo ahí.
Eso más o menos lo sabíamos, pero ahora lo que ha aflorado es algo en lo que no habíamos caído. Internacionalmente a este Gobierno se le ha tomado la matrícula y ahora, encima no tiene a Trump para echarle la culpa. El potaje ministerial añadido, con contadísimas excepciones, a su ínfimo nivel se ha convertido en la mejor arma de los contrarios, como una y otra vez ha demostrado nuestra ínclita ministra de exteriores. España que iba paulatinamente perdiendo prestigio internacional está cayendo ahora a plomo. Y le empieza a suceder lo peor que le puede pasar a un país, que no es de fiar. Que eso se acabe por establecer en la Unión Europea, nuestro ahora único baluarte real, puede ser lo peor a que tengamos en el futuro que afrontar .
Las señales no son buenas, los indicativos cada vez peores, la propaganda ya sirve cada vez de menos y por ahí fuera no se computan ni las voces de los tertulianos, ni las adhesiones de la telebasura ni las tendencias fabricadas en twitter. Son mas de datos, de cifras y de oportunidades basadas en hecho y proyecto inmediatos y no a treinta años vista. Ellos también están oliendo la debilidad. Y duele que así sea. Porque es de un Gobierno sí, pero la paga una Nación.