El ser humano no es solo la única criatura capaz de tropezar dos veces en la misma piedra, sino también la única capaz de tropezar dos veces con la foto de Colón. No a todos los seres humanos, ciertamente, les sucede eso, pero a Casado sí, y ni las funestas consecuencias electorales que tuvo para su partido la primera foto, ni el hecho de que la convocatoria de esta segunda sea cosa de Rosa Díez, parecen disuadirle de asistir el domingo a la de antemano gafada sesión fotográfica con Vox. Diríase que sobre el legítimo derecho de cualquier ciudadano a manifestarse en la madrileña plaza de Colón para protestar sobre lo que quiera, en Pablo Casado prima el miedo a ser definitivamente suplantado por Isabel Díaz Ayuso, que, por cierto, no le hará ningún asco a retratarse con quienes el otro día boicotearon el minuto de silencio en memoria de la última víctima de violencia machista al que el PP se había adherido. La idea de dejar sola a Ayuso en Colón, en plan “la libertad guiando al pueblo” de derechas, entre el griterio enardecido de sus fans, el flamear de las banderas rojigualdas y las imprecaciones corales a Pedro Sánchez, debe producir escalofríos a un Casado que no las tiene todas, ni a todos, consigo. El gesto pacificador de indultar a los políticos catalanes presos que, por lo demás, recobrarían la libertad o gran parte de ella en pocos meses según las normas de cumplimiento penitenciario, no es sino la excusa de los organizadores para esta segunda foto-trampa de la que procurará, sin éxito, huir Pablo Casado: los partidos contrarios a esa medida simbólica de gracia disponen de otros ámbitos desde donde hacer más argumentada y efectiva su oposición, el Congreso de los Diputados sin ir más lejos. No, lo de Colón es otra cosa, una cosa de ruido, de sobreactuación política, una cosa de Ayuso, de Abascal, de Rosa Díez, de presión extraparlamentaria a un gobierno de izquierdas por querer actuar como un gobierno de izquierdas. El domingo se acerca inexorablemente, y a Casado se le paran los pulsos solo de pensarlo. Por no dejar sola a Ayuso en Colón, llevándose todas las flores y los vítores de la parroquia, irá, e irá solo, pues los más sensatos de sus barones, Feijóo, Moreno Bonilla, Fernández Mañueco, no estarán allí para hacer el canelo tratando de huir torpemente, inútilmente, de una segunda y devastadora foto.