Han tenido que pasar nueve programas de esta novena edición de MasterChef para que, aquellos que siguen el programa, por la expectativa que suscitan los cocinados y emplatados finales disfruten de verdad del reality de RTVE. Ayer se cocinó y se hizo bien, las polémicas quedaron a un lado y la competición se empezó a sentir entre los concursantes que luchan por la ansiada final en la que pelearán por un primer puesto y los 100.000 euros del premio.
La de ayer fue una noche épica, la mejor y peor al mismo tiempo para la concursante gallega, Ofelia, que se mantiene a flote y que empieza a despuntar entre sus compañeros. Hasta Twitter fue mucho más benévolo con la jinete que ya tiene acostumbrado al público a su manirrota espontaneidad conquistando, incluso, a aquellos que se escandalizaban en los primeros programas. Estuvo entre las mejores en todas las pruebas, consiguiendo salvarse una semana más. Pero con lo que no contaba ni Ofelia ni la inmensa mayoría de la audiencia que sigue el programa es con la salida de Amelicius, posicionada desde el minuto cero como la gran favorita de esta edición.
La noche no fue tranquila porque la primera prueba arrancó con examen sorpresa. Los jueces anunciaban a los aspirantes que en el primero de los cocinados habría una prueba de eliminación. Y así fue como Jiaping se despidió de sus compañeros entre lágrimas tras haber presentado una fatídica quesada con frutos rojos que fue calificada como “despropósito” durante el veredicto. El nivel de los concursantes se notó mucho en el programa de ayer, algo que sucede en este formato cuando se acerca la recta final.
La salida de Amelicius
Pero sin duda, la sorpresa de la noche, venía en la última de las pruebas, la más temida de los concursantes, y que se desarrolla en ese foso que está a medio camino entre el éxito y el fracaso y que requiere de mucha fortaleza mental para poder salir airoso del trance culinario. Amelicius, la favorita de la audiencia y de sus compañeros, pinchaba con un plato vegano poco acertado al que le faltó mucha gracia. Ofelia y Meri, sus grandes amigas, lloraban con desconsuelo despidiendo a una Amelicius, que no se podía creer que su aventura en MasterChef, contra todo pronóstico, terminase en el programa nueve.