Ya tenemos abierto el camino a la reconciliación. Eso es al menos lo que considera Pedro Sánchez, que utiliza esta idea como argumento para justificar los indultos a los presos del procés. Puesta de largo en el Liceo incluida, la realidad es que antes del pomposo acto Sánchez pudo comprobar lo que los separatistas piensan de su mano tendida: insultos y movilización contra lo que consideran más que insuficiente. De hecho, como dejó muy claro el propio presidente catalán, Pere Aragonés, lo único que solucionará el “conflicto” será la amnistía y el referéndum. Sin embargo, hay que reconocer que su machacón mensaje le ha funcionado a los socialistas. De hecho, parece que la opción del indulto tiene cada día más adeptos. Sin embargo, el regalo del respaldo está envenenado. Quienes han cambiado de opinión lo han hecho confiando en que los secesionistas se calmarían, aunque solo fuera un ratito. Nada más lejos de la realidad. Ya han mostrado que bajo esa piel de cordero hay lobos ansiosos de su sangre, que es la autodeterminación, y no cejarán hasta conseguirla. Buscar nuevos modos de encaje en España no entra en sus planes.