Los clérigos que fueron partícipes de la lucha contra Napoleón desde Galicia

Los clérigos que fueron partícipes de la lucha contra Napoleón desde Galicia
Recreación de The Royal Green Jackets de un campamento anglo-francés en A Coruña

En las próximas líneas se aborda una nueva remesa de clérigos que, como ya hemos visto en anteriores entregas, participaron de algún modo en la lucha contra Napoleón.

Es el caso de Francisco Piñeiro Solveira, natural de San Miguel de Gudín (Ourense), que murió en Tui en 1828. Al producirse la invasión de 1808, ofrece a la Junta del Reino los beneficios de la feligresía de San Julián de Arnois, de la que era abad. En enero de 1809 forma su partida de guerrillas en Tabeirós, Bea y otros lugares de la comarca y se les conocerá por la “Cruzada”. Fue nombrado comisionado de la Junta para retirar armas y municiones de las fragatas inglesas que navegan por la ría de Vigo, asiste a la batalla de Ponte Sampaio, y a la conquista de Vigo y Santiago, siguiendo los pasos del general Morillo con 800 efectivos hasta Ciudad Rodrigo. En 1815 organiza un batallón de 5.000 hombres para oponerse al alzamiento de Díaz Porlier, a cuya derrota contribuye. Por sus servicios es nombrado canónigo de Tui.

Fray Juan Domingo Pizpieiro participó decisivamente en la guerra contra Napoleón en Galicia luchando contra los invasores. Era cura de la parroquia de Ézaro y se le dio el mando de la partida formada en las comarcas de Corcubión y Cee. En compañía de Pedro Lapido harán frente a los franceses en numerosas ocasiones, recabando en una de ellas el apoyo de las fragatas inglesas “Endimión” y “Loira” que se hallaban fondeadas en la ría de Corcubión, de las cuales extraen armas y munición. Parte de las fuerzas de Pizpieiro toman posiciones en Baiñas, Oliveiras y Paizás para cortar el paso de las fuerzas francesas que procedían de Camariñas, sin embargo estos movimientos guerrilleros no impedirán que los franceses, después de derrotarlos en Ponte Oliveira, arrasen Cee y Corcubión.

Pedro Quevedo y Quintana, obispo de Ourense, era natural de Villanueva del Fresno (Badajoz). Tuvo un importante papel durante la guerra napoleónica de Galicia. Renunció a asistir a las Cortes de Bayona en 1808 y fue nombrado presidente de la Junta de Ourense y bajo su presencia, el 27 de mayo de 1809, se reúne la Junta de Lobeira, que sustituye a la Junta Suprema de Galicia y participa en la de la Regencia en ausencia de Fernando VII. Organizó la resistencia contra los franceses en todos los lugares de Galicia. En 1810, con motivo de la instauración de las Cortes de Cádiz, es nombrado diputado por Extremadura, cargo al que renuncia por no reconocer la soberanía popular de la nación. Las Cortes le privan en 1812 de sus dignidades y privilegios, por lo que se refugia en Torey (Portugal) desde donde dirige al gobierno una larga exposición y un “Manifiesto a la Nación Española. Santiago 1813”. Será nombrado cardenal por Pío VII y el rey Fernando VII le concede la gran Cruz de Carlos III.



Un prelado huido


José Antonio Rivadeneira era prelado español. Estudió latín y humanidades en el monasterio de San Benito el Real, de Valladolid, pasando después a la Universidad de Santiago, en la cual cursa estudios de teología, cánones y leyes. En la universidad de Osma, recibe en 1800 los grados de licenciado y doctor en jurisprudencia, siendo ese mismo año, cuando le son dadas las sagradas órdenes. Con el título de abogado, lo hace familiar suyo el obispo de Lugo, Felipe Peláez, y después será secretario del fondo pío beneficial. En 1801 es nombrado abad-párroco de San Salvador de Maceira, en el obispado de Tui. Siendo doctoral de Lugo, el clero de dicha diócesis le nombra diputado en la Junta de Subsidios que se instala en A Coruña en 1808. Será obligado junto con otros cinco clérigos de Lugo a presentarse en Madrid para prestar juramento de fidelidad al nuevo monarca José Bonaparte, pero logra escapar junto con el resto y procura refugio para evitar ser detenido por los invasores. Al tener noticia los franceses de que no habían prestado juramento, estos saquean su casa y la destinan para su propio alojamiento. Cuando Galicia se ve libre de la presencia de los imperiales en junio de 1809, es nombrado de nuevo diputado en la Junta de Gobierno instalada en el reino. A la muerte del prelado será nombrado vicario capitular en 1811. Dos años más tarde Fernando VII le nombra canónigo cardenal de la catedral de Santiago y en 1824, a propuesta del claustro rector de aquella universidad. Será consultor de la Rota en 1826 y elevado a la silla episcopal de Valladolid en 1830. El seminario de ésta última ciudad le debe las grandes reformas por él introducidas y la creación del gabinete de física e historia natural.



Junta de Armamento


Manuel Ros de Medrano también era un prelado, natural de Ourense (1756), que falleció en Tolosa (1821). Estudió filosofía y teología en el convento de San Francisco, en su ciudad natal y derecho civil y canónico en la Universidad de Santiago. Fue nombrado para una canonjía de la Colegiata de Iría, en Padrón, que permuta con una Racionería en la catedral de Ourense. En la guerra de la Independencia figura como presidente de la Junta de Armamento y Defensa de Santiago. En 1810 es diputado a Cortes en Cádiz, donde combate las doctrinas revolucionarias. Al regresar Fernando VII e instaurarse el absolutismo, publica un folletín que contiene 21 observaciones, sobre los atentados de las Cortes de Cádiz. A modo de recompensa a sus servicios y desvelos, el propio monarca le ofrece el obispado de Tui, el cual rehúsa y acepta en cambio el de Tortosa, tomando posesión de aquel en 1815

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