Las nuevas medidas suponen la reanudación de clases y terapias compartidas que, en el caso de la Asociación Parkinson Galicia, coincide también con el estreno de enREDados, impulsado por la Fundación Barrié y Roviralta tras su selección en la convocatoria Más Social 2018-2019.
Así, a principios de 2020, antes de la declaración del estado de alarma, se notó a la entidad de las herramientas digitales necesarias para introducir las nuevas tecnologías en los servicios de fisioterapia y logopedia, desde tabletas y consolas hasta sistemas informáticos más sencillos, pasando por televisores, con los que entrenan habilidades cognitivas y los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson.
En estos meses nunca abandonaron sus terapias, que siguieron online con cada uno de los profesionales que los atienden, pero “no era lo mismo” y echaban de menos el contacto con sus compañeros, con los que antes de la crisis sanitaria coincidían uno o varios días a la semana en la sede de la asociación en el Barrio de las Flores.
Después de catorce meses, encontraron la realidad asociada a una suspensión obligada por el covid, pero también un nuevo escenario, más amplio y motivador, de la mano de iniciativas como enREDados. Este es el testimonio de coruñeses a los que la nueva normalidad les ha permitido retomar actividades necesarias para afrontar su día a día con el Parkinson.
Susana y Ángel son dos de los usuarios que acuden a su cita semanal con enREDados. En ninguno de los casos este es su primer contacto con las nuevas tecnologías, aunque reconocen que el enfoque y utilidad que le dan sí son distintos y, en este sentido, el perfil de los alumnos es similar en tanto se tiene en cuenta el nivel de contacto previo con las denominadas TIC.
Ángel Martínez tiene 56 años y es pura energía y optimismo tras casi tres lustros conviviendo con el Parkinson. “Me lo diagnosticaron a los 42 y aún seguí trabajando unos diez años porque me sentía capaz de hacerlo, pero llegó un momento en que me di cuenta que era incluso arriesgado”, expone “Lito”.
A Susana Amaro Caamaño le detectaron la enfermedad hace cuatro años, casi los mismos que acude al centro en A Coruña. Como médico de Atención Primaria que es, “ya me lo temía, pero igualmente me causó un shock, y supuso un cambio radical en mi vida, sobre todo a nivel cognitivo, y no lo llevo bien pero…”, explica Susana.
Los dos destacan que este tipo de iniciativas son necesarias como complemento a sus tratamientos, tanto las clases como los “deberes” que les encarga su terapeuta para casa, y que también echaron de menos durante el paréntesis del covid-19.