Los vecinos de la avenida de Peruleiro protestaron ayer por los continuos hurtos que sufren en su calle y que ellos atribuyen a los okupas de una casa vieja, de dos pisos, situada en mitad de la calle. No es un problema nuevo. De hecho, es un problema viejo que se ha enquistado, pero el concejal de Seguridad Ciudadana, Juan Ignacio Borrego, ha prometido aumentar la seguridad en la zona para tratar de aplicar los ánimos de unos vecinos que se sienten abandonados y se espera para hoy la visita de la concejala de Barrios, Diana Sobral, para estudiar el problema sobre el terreno.
Los okupas llevan ocasionando problemas periódicamente desde hace años. Sin embargo, rara vez sale a la luz pública. El incidente más grave tuvo lugar en diciembre de 2019 donde los jóvenes okupas protagonizaron entre ellos una pelea a botellazos que se saldó con varios heridos leves, que requirieron puntos de sutura, así como una intervención de la Policía Local, que detuvo a dos implicados, ambos de menos de treinta años, después de asegurarse de que recibieran asistencia sanitaria.
Se trata de un problema que lleva años enquistado en la zona, donde existen inmuebles abandonados
Estos jóvenes son magrebíes, inmigrantes irregulares con escasas salidas, para los que okupar es la única manera de encontrar un alojamiento estable en una ciudad que, por lo demás, cuenta con una fuerte red social que permite cubrir sus necesidades básicas.
Lo más probable es que de la reunión de hoy surja un compromiso para aumentar la vigilancia, pero poco más. La competencia principal en materia de seguridad ciudadana es de la Policía Nacional, y no de la Local, pero ninguno de los dos cuerpos puede hacer gran cosa. El edificio en cuestión, situado en el número 29 en el que habitan es de propiedad privada y, que se sepa, su dueño no ha querido interponer ninguna denuncia que permita comenzar un proceso de desahucio que hubiera permitido expulsarles.
Por otro lado, esa casas o es la única conocida por albergar individuos problemáticos. Justo al lado de Peruleiro, en la calle Camino del Pinar, existen también casas bajas que han sufrido allanamientos y ocupaciones. Además de los problemas de convivencia, los okupas son conocidos por crear otros peligros, como los incendios.
En efecto, estos inmuebles, casas viejas con años de abandono a cuestas, tienen un sistema eléctrico precario, o muchas veces los propios okupas realizan peligrosos empalmes con la red. Ya ha ocurrido en varias ocasiones.