La medianoche del viernes al sábado entraron en vigor las nuevas restricciones que afectan a la hostelería y, para asegurarse de que la normativa se respetaba, las patrullas de la Policía Local inspeccionaron los bares y restaurantes para confirmar el cumplimiento del nuevo toque de queda: el resultado fueron cuatro denuncias a locales de ocio por incumplir el horario y uno por fumar en el interior. Las sanciones se impusieron en distintos puntos, desde la calle de Enrique Mariñas hasta el centro.

“En general, la gente cumple”, apuntaron fuentes municipales. Se palpaba cierto nerviosismo entre los hosteleros, que esperaban la inspección de la Policía Local, y muchos de ellos comenzaron a apremiar a sus clientes para que abandonaran el establecimiento cuando faltaba media hora para la una de la madrugada. A esa hora, la persiana tenía que estar echada, lo que suponía un adelanto de 60 minutos sobre el anterior límite. Por otro lado, no se registraron denuncias por clientes que estuvieran en el interior y no estuvieran vacunados o carecieran del test de antígenos.

Hay que hacer notar que el dispositivo policial fue el mismo que otras noches, y no se limitó a los establecimientos de hostelería.

Botellones

En la calle, los agentes municipales impusieron seis denuncias por beber alcohol en la vía pública, una actividad prohibida por la nueva normativa gallega, aunque hay que señalar que no se trataba de grandes reuniones de gente que celebrara botellones multitudinarios, sino más bien de pequeños grupos de amigos que se juntaban en rincones apartados para prolongar la noche.

Por otro lado, la Policía Local tuvo que acudir a una llamada de ruidos por fiesta doméstica, pero en ella solo se encontraron media docena de jóvenes que celebraban una reunión social. Sin embargo, merece la pena reseñarlo porque estas sanciones son muy infrecuentes.