A pie de calle, la actividad policial resultó tan afectada como cualquier otra por la pandemia. Pero mientras algunos incidentes se mantuvieron y otros se redujeron, como las peleas, otros crecieron de forma notable. Un ejemplo de ello es la forma en la que creció el número de actas por posesión o consumo de drogas que realizó la Policía Local el año pasado: un 33% con respecto a 2019, realizando una cada tres días.
Fuentes de la Policía Judicial de la Policía Nacional y de la Guardia Civil señalan que el tráfico de drogas apenas se vio afectada por la pandemia y este datos parece confirmar que el consumo siguió en alza. De hecho, en 2020 se realizaron más actas por portar o consumir drogas en el espacio público que en cualquiera de los tres años anteriores, lo que llama la atención teniendo en cuenta los cerca de cien días de confinamiento que sufrieron los coruñeses a partir del mes de marzo.
Fuentes de la Policía Local atribuyen este incremento precisamente a la pandemia, puesto que los agentes municipales dejaron de destinar personal a tráfico (dado que apenas había circulación) y se dedicaron a realizar labores de covid y seguridad ciudadana. “Cuando se hace un control, se hace un control de todo”, explica un agente municipal. Es decir, que cuando se encontraban con un sujeto que no cumplía las normativas anticovid, a menudo lo cacheaban y entonces le encontraban algo de hachís u otra sustancia encima. Otro factor a tener en cuenta es que el 092 recibió más personal, cerca de 39 agentes nuevos, lo que también pudo influir.
Por su parte, desde la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga (Aclad), aseguran que percibieron un repunte en la demanda de asistencia porque en el período de confinamiento, las medidas hacían el abastecimiento era más complejo o hacía tiempo que estaba conservando las sustancias por defecto. “Muchos volvían a necesitar el reingreso –explicó Miguel Plaza, el director– Atendimos a los usuarios de forma directa y presencial”. Pero la del año pasado fue sobre todo fue una labor de contención.
“Si los profesionales de Aclad no lo hubiesen hecho, habríamos colapsado el servicio de urgencias”, asegura Plaza. Ante la falta de medios, lo único que pudieron hacer los trabajadores fue desdoblarse y efectuar una especie de triaje y derivar solo a aquellos que consideraban que podían ser atendidos específicamente en un servicio de urgencias. “Fue complicado porque amén de que hubo bastantes solicitudes de alta de reinicios de tratamiento, tuvimos que atender por teleconferencia y llamadas de móviles”.