Ser riquiño ha sido siempre un piropo de doble filo, sobre todo si lo dice alguien que te gusta. Nadie se ha puesto rojo porque le llamen así. El “riquiño rosado” es la excepción. Esta variedad de tomate se cultiva en la comarca de Bergantiños y ayer los clientes que paseaban por el segundo piso del mercado de Lugo pudieron catar su sabor, que esperan que se convierta en el tomate más popular de Galicia.
Es todo un reto porque los riquiños gustar, lo que se dice gustar, no gustan. Solo caen bien. Pero la ingeniera agrónoma María Canle, jefa técnica de Cultiagro, está convencida de que tendrá éxito. “Es un tomate de cercanías, se producen en la comarca de Bergantiños, y se elaboran con residuo cero: sin productos químicos. Tiene unas características organolépticas que potencian el sabor”, explica.
No es un tomate ecológico. Simplemente, no se utilizan para cultivarlo abonos o productos químicos que lo hayan protegido de plagas y enfermedades. “No tiene sello, pero prácticamente podría considerarse un producto ecológico”, aclara la ingeniera. Aguanta más tiempo en la nevera y el sabor no se altera. La idea de Canle es que el tomate sea una fuente de beneficios para el agricultor, que a día de hoy lo vende casi a precio de coste: “Con este podrá tener una mayor plusvalía en su empresa”.
Uno de los rasgos que sorprende del “riquiño rosado” es que no parece un tomate ecológico, que se distingue en las fruterías pro su aspecto bulboso. “Un producto ecológico puede ser agradable a la vista. Es un tomate gallego, sostenible, está rico y sabe bien”, explica Javier Domínguez, el responsable de la empresa comercializadora del tomate, que se vende sobre todo en fruterías pequeñas, tiendas de proximidad y mercados municipales.
El chef Chisco recomienda probarlo crudo, en ensalada, para poder apreciar su sabor, que perdura mucho mas que el de otros productos de huerta ecológicos
Chisco Jiménez, del restaurane “Culuca”, fue el encargado de presentar el producto como debe hacerse, listo para saborearlo: “Es verdad lo que se dice: que el secreto de la cocina son los ingredientes y este es un tomate regular, carnoso, con una intensidad importante de sabor y estamos muy contentos con él”.
El chef presentó ayer a los clientes del mercado de Lugo cuatro pinchos: uno al natural, con escamas de sal; otro deshidratado, tras mantenerlo en el horno varias horas con un pilpil de tomate seco; con ajo blanco y en gilda. Todos fueron degustados por los clientes.
Jiménez añade otra cualidad al “riquiño rosado”. “Tiene un precio contenido, lo que para el día a dái es importante, para la economía doméstica es clave, y da juego para comer en crudo y ensalada”. A él, por ejemplo, le gusta comerlo así en casa.
“En la escala del uno al diez, está en un ocho: carnoso, con poca semilla, con poco hueco por dentro –apunta Mon Pasende, de la frutería Mon– que también anima a consumirlo solo, para captar su sabor. Además, tiene un corte brutal. Limpio y sin huecos". Y además, le sienta bien la tierra coruñesa.