Aquellos que recuerden el caso de Noelia de Mingo, aquella doctora que en pleno brote esquizofrénico mató a tres personas en el hospital en el que trabajaba, se preguntarán cómo es posible que se presentase en un supermercado cuchillo en mano y apuñalase a dos mujeres. Pues porque la custodia familiar no es infalible. Y la mejoría que indicaba que ya no suponía una amenaza para nadie no era permanente. Ya hay voces que reclaman un cambio en la ley que permita recluir de por vida a ciertos enfermos peligrosos. La medida no es fácil de adoptar, pero la alternativa puede ser terrible.