Gran parte del aspecto de la ciudad, como la limpieza o el arbolado, entra dentro de las competencias de la Concejalía de Medio Ambiente, de la que es responsable Esther Fontán. En teoría, contentar al público resulta tan sencillo como enviar a los barrenderos a las calles que lo necesiten y plantar árboles donde sea posible. En la práctica, resulta más complicado y Fontán denunció ayer los problemas que están sufriendo para mejorar la imagen de la ciudad. Uno de ellos es la ola de robos de flores que están sufriendo a nivel global: de noche, las plantas desaparecen, y el servicio de jardinería e ve obligado a reponerlas. “Nos han robado todas las plantas que hemos puesto en los Cantones”, se quejaba.
El Ayuntamiento había instalado grandes jardineras para aportar un poco de verdor a la nueva zona gris peatonal de Los cantones, pero no han durado mucho. Lejos de un simple acto de gamberrismo, Fontán lo considera un robo con premeditación: “Os animo a que vayan a ver cómo están las jardineras y verán que, además, las han quitado con pala”. Es decir, que se les habían llevado con tierra y raíz para poder replantarla en otro lugar.
“Nos está pasando en todas las plantaciones que estamos haciendo”, se lamentó la concejala. En barrios tan alejados entre sí como Los Rosales, o Las Flores, las plantas desaparecen, obligando a los servicios municipales a restituirlas continuamente. Y cuando no se trata de robo, las zonas verdes de la ciudad sufren otra clase de agresiones. “El otro día vi, en una plantación recién hecha con unas flores preciosas que un señor puso el perro a hacer pis”, criticó.
Para tratar de fomentar el comportamiento cívico en la población, la concejala de Medio Ambiente pretende lanzar una campaña “Será muy fuerte, de mentalización, de compromiso y de colaboración de los ciudadanos porque todos queremos presumir de ciudad”, adelantó Fontán. En las próximas semanas saldrán a la luz estas campañas de colaboración activa. Más allá de eso, resultaría difícil atrapar in fraganti a los ladrones de plantas. “Normalmente son particulares, porque eso no tiene mercado”, señalan fuentes municipales. Normalmente, los ladrones de plantas tienen una finca o una casa en la aldea y se llevan la planta para adornarlas.
Según las estadísticas municipales, en diez años el número de metros cuadrados de zonas verdes en la ciudad creció un 51%, pasando de 1,2 millones de metros cuadrados en 2010 a 2,5 millones el año pasado, lo que implica también un esfuerzo proporcional en el mantenimiento de estos espacios de esparcimiento, que contienen, entre otras plantas, más de 22.170 árboles.