Hay cosas con las que se puede no estar de acuerdo y eso no deslegitima la posición del adversario. Es perfectamente normal en una democracia la diferencia y por eso hay opciones políticas distintas que tienen propuestas diferentes para enfrentarse a un mismo problema. Hasta aquí todo correcto.
Sin embargo, hay otras cuestiones que no se entienden ni desde la legítima discrepancia, cosas que nos dejan perplejos a los ciudadanos más allá de nuestras diferencias políticas. Todos sabemos lo que fueron aquellos años de sangre y dolor que la banda terrorista ETA protagonizó en los años 70 y 80 y que costó la vida a cientos de españoles a manos de los asesinos terroristas. Entonces las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado se jugaron la vida para protegernos a todos, muchos de ellos acabaron en una tumba solos o, aún peor, al lado de algún familiar que los acompañaba en aquel fatídico momento en el que explotaba una bomba bajo su coche o recibían una bala en su nuca, siempre por la espalda para mayor vergüenza, si cabe, de aquellos asesinos.
Acaba de producirse una votación en el Congreso de los Diputados en la que el PSOE votó en contra de condecorar a los policías que han luchado en contra de ETA en el País Vasco y Navarra en aquellos años de plomo de la banda terrorista. Al mismo tiempo el mismo PSOE rechazó actuar penalmente contra los homenajes a etarras porque su terrorismo “ya no se da”. Para ello Sánchez ha vuelto a unir sus votos a los de Bildu y Podemos para rechazar estas más que merecidas condecoraciones a los policías que lucharon contra el terrorismo etarra. Lo hace en pleno debate de los presupuestos, para cuya aprobación, Sánchez necesita los votos de Bildu y, nadie lo duda, el presidente está dispuesto a traicionar cualquier cosa con tal de sacarlos adelante. Cabe pues preguntarle a Pedro Sánchez ¿qué significa esto? Son alrededor de mil asesinados por la banda terrorista, pero le recordaré a 12 de ellos a ver si le dicen algo: Germán González López, Enrique Casas, Vicente Gajate, Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente, Fernando Buesa, Juan María Jauregui, Ernest Lluch, Froilán Elespe, Juan Priede, Joseba Pagazaurtundua e Isaías Carrasco. ¿Le dicen algo estos nombres presidente? Efectivamente, todos ellos eran miembros del Partido Socialista. De verdad su conciencia, si la tiene, no le afea sus acuerdos con Bildu, herederos políticos de los terroristas para mayor humillación de las víctimas de ETA. Desconozco qué España pretende construir sobre unos cimientos tan indignos pero su mensaje, el que percibimos, es catastrófico.
Su negativa a condecorar a los policías que se dejaron la piel y la vida para protegernos es mucho más que un desprecio. Los más jóvenes no entenderán nunca lo que ha sucedido aquí y el blanqueamiento que se está haciendo de los terroristas los llevará, más pronto que tarde, a recordar a Otegui, un terrorista condenado, como un “hombre de paz” y, quizá, a Miguel Ángel Blanco, como un peligroso antisistema. Si esto no le remueve las entrañas, sr. presidente, es que su corazón está podrido. Algún día tendrá que pedir perdón, pero el daño estará hecho.