La manifestación que protagonizaron los vecinos de Os Mallos el pasado 18 de septiembre tuvo como objetivo el número 137 de la ronda de Outeiro, a pesar de que no se trata de un edificio ocupado, y que la marcha se hacía precisamente en contra de la ocupación irregular de viviendas. Sin embargo, este edificio, que en nada se distingue del resto de los que jalonan la ronda, es uno de los principales foco de inseguridad en el barrio. Desde la plataforma vecinal que organizó la manifestación la tachan de “narcoedificio”.
Al parecer, en los últimos años este edificio ha pasado a albergar a individuos marginales, muchos de ellos ex-convictos, atraídos por los bajos precios que les permiten alquilar una sola habitación. Desde allí se dedican a realizar pequeños hurtos en los comercios de los alrededores. Muchos confiesan estar hartos de su presencia. “Siempre tenemos problemas con ellos”, comenta un tendero que no quiere ser identificado por miedo a represalias. También son habituales las peleas entre ellos en plena calle, lo que deriva en actuaciones de la Policía, ya sea Nacional o Local, que conocen el lugar muy bien. También está, por supuesto, el trapicheo de drogas que le achacan los vecinos que les afean el descaro de realizarlo a veces en plena calle, .
Se trata de un problema semejante al que se registró hace unos años en la calle Barcelona, donde el propietario de un edificio la había convertido en una pensión para individuos en riesgo de exclusión social.
En este caso se añade el problema de una vecina de avanzada edad, que lleva años viviendo en ese piso, y que tiene que soportar las continuas peleas y molestias que generan sus vecinos, aunque son sobre todo los comerciantes de los alrededores los que tienen que soportar este foco de inseguridad desde antes de que llegara la ocupación al barrio.