El Derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, Aborto, y el Derecho a una muerte digna, Eutanasia, son un claro ejemplo de la verdadera libertad individual de las personas. No obstante, en España, a pesar de estar reguladas legalmente, no siempre se cumple por “presiones” políticas y profesionales de los responsables o supervisores de algunos centros sanitarios públicos.
Para algunas personas el aborto puede ser un drama pero también es una realidad y para eso está regulado legalmente. Ello no significa que una mujer tenga que abortar, sino que las administraciones públicas tienen la obligación de facilitarle los medios apropiados para poder ejercerlo con libertad, sin acoso ni presiones de ningún tipo.
La realidad del aborto en España es algo surrealista, según la provincia o comunidad autónoma de que se trate. También, desde los colegios profesionales de médicos se insiste en la “objeción de conciencia” de los facultativos y muchos de ellos pasan de asumir éste tipo de prácticas en la sanidad pública. Eso no es libertad, eso es imponer sus propias creencias o ideologías por encima del deseo de las personas.
En este sentido, hay que recordar que los colegios profesionales de abogados deben garantizar el derecho a la asistencia jurídica gratuita para todos los ciudadanos, aunque el solicitante sea un asesino o violador confeso. Nadie puede quedar indefenso por falta de defensa judicial, y ello a pesar de la “objeción de conciencia”. Hay que ser más serios y menos demagogos e insumisos.
Llama mucho la atención la hipocresía de algunas personas que se manifiestan estar a favor de la vida y contra el aborto y luego aplauden las guerras y miran para otro lado ante la miseria y la precariedad económica y social de muchas familias que malviven en su propio barrio o en su mismo edificio. Cosas de la vida.