El ruinosa inmueble situado en el número 22 de la calle Corrales, en el límite inferior del parque de Oza, sucumbirá pronto a la pala excavadora, de manera que dejará de ser, definitivamente, un punto de venta de droga, como han denunciado los vecinos en repetidas ocasiones. Ayer lo anunció la alcaldesa, Inés Rey, .recién salida de la Junta de Gobierno local. “Era unha vivenda abandonada e os veciños levaban tempo demandando que se derrubara”.
Efectivamente, la zona de Oza y O Castrillón alberga más de un punto de venta de drogas desde hace años, que traen de cabeza al vecindario. En el barrio conviven bloques altos de vivienda con casas bajas, casi todas ellas abandonadas largo tiempo, que en su día iban a ser derribadas para construir en el solar y cuyo proceso quedó paralizado con el estallido de la burbuja inmobiliaria.
En los barrios afectados, el tapiado o demolición de esta clase de inmuebles es una necesidad
En el caso de Oza, el presidente de la asociación de vecinos, Paulo Sexto, destacó lo complicado de la problemática. “Hai varios pisos donde se vende droga, tanto alí como na avenida de Oza, e se lle planteó na reunión co Concello e a subdelegada do Goberno (María Rivas)”. Existe un compromiso para abrir canales de diálogo entre colectivos vecinales y la Subdelegación se comprometió en incrementar la presencia policial en la zona, una demanda muy habitual. Para Sexto, la noticia del derribo es positiva. Todo o que sea quitar puntos de venta de droga si se elimina, é un paso positivo, temos que aprender dos erros do pasado. Nos anos 80 morreu moita xente”. Pero, al mismo tiempo, recuerda la necesidad de acompañar estas actuaciones de medidas sociales.
Más arriba, en el barrio de O Castrillón, el presidente de Urbanización Soto “IAR”, Ramiro Otero, reconoce que le gustaría que la máquina excavadora subiera hasta la avenida de Casanova de Eirís, donde existen varias casas ruinosas en medio de descampados llenos de basura desechada y agujas, que los toxicómanos visitan para comprar droga y consumirla, cerca de los centros escolares.
De hecho, Otero ha solicitado en numerosas ocasiones a las autoridades que se derribe o, por lo menos, se tapien los accesos, de estas ruinosas construcciones, pero sin suerte. Los propietarios de la mayor parte de los solares, una junta de compensación, todavía está en lejos de tomar medidas, aunque la reactivación del mercado inmobiliario permite albergar esperanzas a medio plazo.
De todos modos, no es el único punto de venta. En un bloque de viviendas próximo a la iglesia de Santa María de Oza existe otro, por ejemplo, así que el problema del narcotráfico resulta muy difícil de solventar. Sin embargo, los vecinos están convencidos de que la pala excavadora es una de las formas más expeditivas de acabar con un punto, o tapiarlo, como ocurrió la semana pasada en Diego Delicado.