En los últimos años, las murallas de A Coruña han dado mucho que hablar, sobre todo en temas relacionados con el urbanismo. Actualmente, se están realizando una catas en A Maestranza para determinar si es posible construir en un solar dado que las autoridades están obligadas a su conservación, hoy, como antaño. Las defensas que permitieron resistir a la ciudad contra los ataques de la flota de Francis Drake siempre han precisado de arreglos periódicos. Casi 46 años después del ataque, el marqués de Mancera, del consejo de guerra de su majestad y su gobernador y capitán general del Reino de Galicia, ordenó, el 19 de septiembre de 1635 que por mandato de su majestad y sus reales cédulas se hiciesen los reparos necesarios en las murallas por cuenta de las propias rentas de la ciudad.
Entre las partes a reparar se cita “el lienzo de la muralla desde la casa de su excelencia hasta la puerta por donde se va para el Hospital de la Caridad y monasterio de San Francisco por estar derruida por algunas partes y con agujeros. Todo lo cual amenaza ruina y peligro de caer en que estaría la ciudad si llegase alguna embarcación enemiga”, señala el documento que indica que está “también necesitado el pueblo llano de la muralla sobre la que anda desde el callejón que entra para ella entre las casas del capitán Diego Bermúdez y Juan de San Pedro, se repare y allane, la artillería que fuera necesaria se ponga en el baluarte que está contiguo a la casa del marqués, se pueda llevar con comodidad, se haga y repare”.
El Concejo se reunió el 21 de noviembre y recordó que, desde tiempo inmemorial se habían reparado las murallas y reedificado con la hacienda de su majestad y así toda la muralla hecha desde la casa de la cárcel hasta más debajo de la casa del almirante Juan Pardo. En tiempo de Diego das Mariñas, se hizo desde el torreón de Santa Bárbara hasta llegar a la puerta que va a San Francisco y otra muralla que también hizo y reedificó otros pedazos de torreones y muralla que se reedificaron después. “Todo por cuenta de la hacienda real, no se debe poner en pleito la posesión y libertad de la ciudad en esto”, afirmaban.
Pero las cédulas reales no se ejecutaron, así que el rey no pagó los reparaciones de las murallas. El concejo insistía: “Esta ciudad y sus vecinos no tienen posibles para reedificar y reparar las murallas ni los propios de la ciudad llegan para las necesidades precisas que cada año tienen y se les ofrecen. Cuando su majestad no tuviera obligación de reparar las murallas de esta ciudad, todo el reino había de acudir al reparo de ellos por ser esta fuerza su principal defensa”.
El 19 de septiembre de 1636 se libra una provisión en que se notifica a la justicia y regimiento. Dentro de un día paguen el gasto que se hizo en las murallas antiguas y plaza de ella en conformidad del decreto 20 de noviembre del año pasado y sin posibilidad de un recurso.
Pero el tiempo pasa y nada de lo dictado se llevaba a cabo, así que al primer documento le sigue una notificación de 16 de enero de 1637. “Ante mí escribano el ayudante Baltasar Enríquez de León, que lo es de sargento mayor de este presidio dijo: se había notificado al teniente corregidor de esta ciudad ayuntamiento, para ejecutar los acuerdos de atrás y no lo habían hecho, así que tenía orden del marqués de Mancera para encarcelarlos. Mando a mí escribano, notifique al corregidor de la ciudad llame ayuntamiento. Lo que notifiqué a Jerónimo Rapela y Savedra, corregidor de la ciudad: Que dijo que lo obedecía y mandó a Pedro Alonso, llamar los regidores y hacer ayuntamiento”.
El Concejo acuerda el 18 de enero de 1638, en la ciudad de la Coruña y dentro de las casas de ayuntamiento, no pagar la reparación de la muralla ni otras fortificaciones cual petición suplicaron al juez que mandaron ver a su asesor, que la reparación de murallas y fortificaciones de la fortaleza que no se hiciese por cuenta de la Real Hacienda, como se había hecho siempre, se hiciese por cuenta de todo el reino.
Al no haber acuerdo se libra otra provisión el 19 de septiembre del mismo año que dice: Paguen los reparos que se han hecho en las murallas de la ciudad con protesta que les pondrá Juan Dios y no volverán al ayuntamiento hasta que lo cumplan. Los aludidos decían que obedecían con el respeto y acataban a su cumplimiento, pero que esta ciudad nunca había pagado ni ayudado a pagar estos reparos ni tampoco se excusaron de ello.
Vista la respuesta dada por la justicia y su regimiento que no cumple con lo que se le mandaba, les ordenaron que no salieran de las casas de ayuntamiento para que se haga lo que así se exigía y se dispusieron como guardias cuatro soldados de este presidio (fortaleza) “a los cuales mando no dejen salir a ninguno de los regidores hasta que su excelencia ordene otra cosa”.
Finalmente la ciudad pagó los seis cuentos, 98 reales y 24 maravedíes por los reparos de las murallas en sus apelaciones y protestas hechas y sin perjudicar a esta ciudad ni a sus propios en adelante por redimir la vejación e incomodidad, dado que se hallaban en “tiempo de duros fríos” estaban listos a despachar la libranza de la obra. Firmó el justicia más antiguo y entregaron libranza sobre Baltasar Sánchez Santamaría, mayordomo de la ciudad que la aceptó la cual entregó a Bartolomé Fernández, dando la dicha fianza.
En el documento se incluye una relación de personas que participaron en los arreglos de la muralla y su importe a percibir cada uno así como el transporte de dos pipas de cal de 29 ferrados cada una y 79 carros de piedra.