En el entorno doméstico, cada vez más dominado por los aparatos eléctricos, es lógico que muchos de los incendios que se producen en los hogares tengan origen en un cortocircuito. Fuentes de los servicios de emergencia calculan que de los 223 incendios urbanos que se registraron en A Coruña, el año pasado, un 40% de ellos tuvieron un origen eléctrico.
Así, el caso de ayer resulta paradigmático: los Bomberos acudieron poco después de las once de la mañana al número 42 de la calle de Emilio González López, en Los Rosales, donde se había declarado un incendio en el cuarto de la lavadora de un piso. El humo escapaba por la ventana abierta, y aquello alertó a los transeúntes, porque la única ocupante del piso estaba dormida en ese momento. “Yo trabajo por las noches en una residencia, así que dormía cuando comencé escuchar “pum, pum, pum”. Me asusté y fui a ver y me encontré con los Bomberos. ‘Será que estoy soñando’, pensé, porque no entendía lo que pasaba. Me dijeron que me tenía que ir porque había un fuego en la casa”, explicó la testigo.
Su marido aclaró que se produjo un cortocircuito en la toma de corriente, justo debajo de la caldera y detrás de la lavadora. “Por suerte, no tenemos gas, es eléctrica porque si no habría estallado”. Según explicó, cuando se instalaron en el piso, la caldera era de gas, pero no paraba de hacer ruidos, como pequeños estallidos, y acabó convenciendo al casero para que la cambiara por una eléctrica. Ahora, después del incendio de ayer, se congratula de ello. Para Gustavo Leiva, que así se llama, el gas resulta más peligroso que la electricidad, sobre todo para una persona dormida. Es cierto que el año pasado, los Bomberos atendieron a 35 casos de fuga de versos gases, ya sea natural, butano o propano.
Pero los casos de fuego creados por un sistema eléctrico defectuoso son más numerosos. Los servicios de emergencia señalan que, en muchas ocasiones, se debe a un deficiente mantenimiento. “Nadie hace una revisión de la instalación cada cierto tiempo, y es lo más apropiado”; señala un bombero. Por otro lado, los cables y enchufes suelen estar en rincones o detrás de los muebles, donde se va acumulando el calor.
Por supuesto, no es lo mismo una instalación antigua, en una vieja casa, que un edificio nuevo, donde las medidas de seguridad son mejores, pero siempre se pueden adoptar algunas precauciones, como apagar los aparatos eléctricos que no están en uso o no enchufar varios a la misma toma de corriente. En todo caso, la electricidad no es la única fuente de peligro: el otro 40% de los casos tienen que ver con fuegos provocados mientras se cocinaba y el otro 20%, a causas diversas, como velas.