Una historia de juventud, de vida y de libertad en dos épocas opuestas, pero separadas por muy pocos años. La escritora coruñesa Abril Camino acaba de publicar su nueva novela, ‘Nuestro último verano en la isla’ (Planeta), que presentará el próximo día 26 en la librería Santos Ochoa.
 

“Es una idea que tenía en mente desde hace mucho tiempo, me apetecía escribir una historia transgeneracional”, apunta la autora. En ella se tratan “muchos conceptos” como los mencionados, tratados en diferentes épocas, “principalmente, la adolescencia en el final del franquismo y los nacidos en los 80”, explica. Aborda, por tanto, “los diferentes conflictos entre padres e hijos, las diferentes formas de ver el mundo, todo articulado a través de una historia de amor”.
 

En toda la obra, trasciende ese aspecto transgeneracional, “el si deben o no juzgar a sus padres por las consecuencias de los que han hecho o por la manera en cómo los han educado”. No es algo que se circunscriba a las generaciones que trata la novela, “vale para todas, cualquiera puede preguntarse lo mismo de sus padres”.
 

Tras más de quince novelas, es la primera con Galicia como escenario. “Nunca había ambientado nada en Galicia”, comenta. Y es que la isla donde se desarrolla buena parte de la historia “tiene muchas reminiscencias de Foz, de la Mariña lucense, que es de donde procede mi familia”. Pero A Coruña también trasciende a la novela, “la protagonista es de Coruña, por eso sale bastante, ha sido una experiencia diferente el usar ‘tu casa’ como escenario de una novela”, asegura.

Además, a lo largo de la novela ha querido aportar su “amor por los libros”, a través de citas de clásicos que los protagonistas van aportando. “Es un juego de los dos protagonistas, es un pequeño homenaje a algunas de mis novelas favoritas, hay muchas más, pero me hacía pesada”, reconoce entre risas.

Pasión por la escritura

Hace nueve años que empezó a escribir y “hace seis o siete que pasó a ser mi única profesión”, explica la autora coruñesa. Fue algo “sorprendente”, pero también “natural”, porque ya había “trabajado en todas las profesiones del otro lado del libro”, apunta enumerando las clases de literatura, corrección, edición o traducción, entre otras. 

Desde ese momento, acumula una quincena de creaciones publicadas, casi dos por año. Dedicaba todo su tiempo libre a la escritura: “Dos hasta me parecían poco”, dice sin aguantar la risa. Con el tiempo se ha ido “profesionalizando” y ha tenido que reducir el ritmo para atender todos los compromisos editoriales. “Implicó una cantidad de trabajo tan brutal, que solo al ser una pasión pude llevarlo adelante”, reconoce. Ahora, además de esta novela tiene ya varios proyectos en mente y en el cajón.