Adiós a un amigo de A Coruña. La Universidad Nacional de Colombia comunicó hace solo unos días la muerte de Manuel Elkin Patarroyo, una de las caras más visibles de la ciencia suramericana y el científico que descubrió la primera vacuna sintética contra la malaria, que donó a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tenía 78 años y una extensa actividad investigadora por la que, entre otras distinciones, se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1994. Unos meses después visitó A Coruña. En concreto, el viernes 7 de abril de 1995, para asistir a la inauguración de la Domus, que definió como “un esfuerzo hermosísimo del pueblo coruñés, gallego y español del que toda la humanidad debería estar muy orgullosa”, elogió entonces Patarroyo.
“Con otras personalidades de diversos ámbitos de la cultura en relación con el ser humano, formaba parte del comité científico que se había constituido para la Domus y, como tal, asistió a aquella inauguración”, comenta Ramón Núñez Centella, impulsor de los Museos Científicos Coruñeses. También estuvo Donnall Thomas, Premio Nobel de Medicina en 1990 y pionero en los trasplantes de médula ósea en el mundo, que “operó al tenor José Carreras y en aquella época era todo un referente”, recuerda el divulgador coruñés, que insiste en la enorme calidad humana de Patarroyo.
“Desde el primer momento tuvimos una gran empatía porque era amigable, una persona muy honesta y muy sincera, y llegamos a tener una cierta amistad”, detalla Núñez. Un vínculo que, unido a su entusiasmo por los museos científicos, lo trajeron en al menos otras dos ocasiones hasta A Coruña.
“Incluso estuvo cenando en nuestra casa con su esposa y recuerdo que fue uno de los que propuso mi candidatura al Príncipe de Asturias, supongo que más por cariño que por merecimientos propios”, añade el profesor antes de recordar sus conversaciones de aquellos días, “hablando de lo divino y lo humano” pero, sobre todo, sus reflexiones sobre la situación de la industria farmacéutica en vísperas de los 2000. “Me contó cómo veía él los intereses en juego... Cómo a veces resulta más interesante fabricar medicinas paliativas que tratar de erradicar una enfermedad”, reflexiona Moncho Núñez.
También el entonces alcalde, Francisco Vázquez, ensalza los valores de Patarroyo. “Le tomé un gran aprecio porque era un científico con una gran sensibilidad social y era muy consciente de cómo la malaria afectaba sobre todo a las naciones más subdesarrolladas y a las capas de la población más pobre”, observa Vázquez, que evoca al científico colombiano como un hombre absolutamente entregado y generoso. “Nunca se doblegó a las presiones de las multinacionales farmacéuticas y buscó siempre que sus vacunas fueran accesibles a las gentes más humildes”, como demostró en 1987 al ceder su descubrimiento a la OMS.
“Es un esfuerzo hermosísimo del pueblo coruñés del que toda la humanidad debería sentirse orgullosa”
Tanto Vázquez como Núñez destacan la cultura y la educación de la que Patarroyo hizo gala en cada una de sus visitas a la ciudad, “en que hicimos de la Domus un centro de referencia en cuestiones de salud”, señala el exalcalde de A Coruña.
El inmunólogo, vinculado a la Universidad Nacional de Colombia durante toda su carrera, se dedicó durante más de cinco decenios a la investigación, escribió centenares de artículos y realizó innumerables estudios, tanto en América como en Europa, a donde se trasladó en 2001 por motivos de índole económica relacionados con el abandono obligado de las instalaciones del Hospital San Juan de Dios de Bogotá para continuar sus indagaciones en la Universidad de Navarra.
Con las aportaciones de la Universidad del Rosario de Bogotá, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Obra Social de Caja Navarra, entre otras, continuó investigando una nueva vacuna contra la malaria, denominada entonces Colfavac (Colombian Falciparum Vaccine).
Antes, en 1978, identificó un marcador genético asociado a la fiebre reumática y, a pesar de las ofertas para trabajar en los centros de investigación más prestigiosos del mundo, decidió establecerse en Colombia.
Además, en los años 90 presentó un método para detectar tuberculosis en veinticuatro horas, realizó investigaciones relacionadas con el sida y la lepra y desarrolló también un nuevo método de diagnóstico temprano del cáncer de útero y varios estudios contra el Virus del Papiloma Humano (VPH).