Se suceden los motivos de celebración para los vecinos de A Falperra, que después de recibir fecha definitiva para la anhelada reforma del mercado de Santa Lucía, futuro centro médico y cívico, también ven en el horizonte el final de una tortura que se remonta a décadas de lamentos: el maltrecho trazado de Pla y Cancela pronto será historia.
La inversión de 1,1 millones de euros en forma de fondos Next Generation por pare del Ayuntamiento le cambiará totalmente la cara a una calle que no solamente se había convertido en un especie de montaña rusa para los conductores, sino también un desafío para los elementos de seguridad de los vehículos, así como el normal quehacer de comerciantes y hosteleros. “Protestaron los taxistas en su día, pero también los conductores normales y los propietarios de los negocios, que veían cómo éstos temblaban al pasar vehículos pesados”, recuerda Jaime Suárez, presidente vecinal de A Falperra.
María Pita dará carpetazo así a lo que se había convertido en un problema degenerativo de la calzada y su entorno, y que se remontaba su origen a décadas atrás. En los últimos años han sido varios los incidentes por velocidades elevadas y la incapacidad de los frenos para sortear baches y desniveles de todo tipo, a pesar de la existencia de hasta tres pasos de peatones.
El plazo de ejecución de las obras, según indica el estudio municipal, es de seis meses y será licitada este año. La nueva Pla y Cancela tendrá aceras más anchas, nueva disposición en el sistema de aparcamientos y una humanización derivada del fin del viaducto de la avenida de Arteixo.
Los vecinos sólo piden una cosa más para tener una felicidad completa: que los árboles existentes en la actualidad, y que en algún caso alcanzan el quinto piso de las viviendas, sean sustituidos por otros más pequeños.