En el debate urbanístico que ha sacudido estos días la ciudad, sobre si los nuevos desarrollos de la ciudad deben contener o no torres, el Gobierno local se ha mantenido a favor de estas últimas. El concepto de sosteniblidad, tan en boga, ha salido a reducir. Básicamente, lo que sostiene el concejal de Urbanismo, Francisco Díaz Gallego, es que es necesario construir a lo alto para generar suficientes viviendas como para devolver a la población de A Coruña de su éxodo al área metropolitana.
Según datos del Instituto Galego de Estatística (IGE), que se remontan a enero de 2023, la población de A Coruña es de 247.375. Perdió a más de 2.000 personas en 2020, el año del covid, y otras mil durante 2021, pero ya se ha recuperado. El concejal de Urbanismo lo ve como “una vuelta de la población que está siendo una realidad en estos últimos años tras esa fallida (por suerte) vuelta al rural post pandemia”, tal y como lo describió en la red social X (antes Twitter).
Si se analiza otro parámetro, como es la población vinculada (es decir, que trabajo o estudia en la ciudad, además de la que residen en ella) la cifra es de 343.000. Estos datos no están actualizados (son de 2011), así que la cifra real será probablemente mucho mayor. Son más de 37.000 personas las que trabajan pero que no residen en A Coruña. Además, cerca de 18.000 personas estudian en la ciudad. “Coruña tiene que crecer y aumentar su población, rehabilitando lo que esté en mal estado y construyendo nuevos edificios. Será bueno para el medio ambiente, para la ciudadanía, para la movilidad del área y para las relaciones sociales”, declara el edil en la red social.
Pero su predecesor, Juan Manuel Díaz Villoslada, no es de la misma opinión. Fue concejal de Urbanismo durante los tres primeros años del Gobierno de Inés Rey (antes de dimitir por disensiones internas) y considera que el desarrollo de A Coruña debe ser supramunicipal. “Hay que contar con los otros municipios a la hora de disponer elementos residenciales o de servicio, aunque A Coruña sea la ciudad central”, admite Villoslada, que recuerda que A Coruña tiene “tirón”, pero que también mucha gente acude a trabajar a diario a Arteixo o a Laracha. “Necesitamos hacer una planificación más supramunicipal de las necesidades, no solo residenciales”.
En cuanto al desarrollo del polígono residencial de O Castrillón, que ha desatado esta polémica, también difieren en el análisis. La asociación del barrio cree que tres torres de 17 pisos suponen demasiada edificabilidad. Díaz recuerda que “el polígono de Parque de Oza se llama así porque una de sus cesiones (anticipada de la junta de compensación, que agrupa a los propietarios) fue el parque de Oza. Otra el polideportivo… Zonas libres y equipamientos (como el centro deportivo)”.
Villoslada admite que es cierto, pero aduce que el concepto a aplicar en O Castrillón es el de un “urbanismo equilibrado” pero dada la actual densidad de población, los equipamientos públicos y la mejor ordenación de las nuevas edificaciones, que en altura tampoco pueden ser excesivas. Además, “no somos Manhattan, no podemos construir todo en altura, hay un límite a la densificación de la ciudad. La gente que vive muy en alturas tiene otras demandas de seguridad y de emergencias y la convivencia tampoco es la misma”.
“Podemos poner otros ejemplos con mayores densidades que Coruña.–replica Díaz en X– Barcelona tiene casi el triple, París casi el cuádruple. ¿Hay algún problema? Tenemos una densidad mayor y un nivel de servicios públicos de los más altos de España al mismo tiempo. ¿Eso quiere decir que hay que colmatarlo todo? Obviamente, no”.