Miguel Ángel Cajigal (A Coruña, 1981) es difícil de encasillar en una sola faceta, aunque quizás El Barroquista y su faceta divulgativa sean la parte más reconocible de su trabajo. Historiador de arte, científico, profesor y escritor, el coruñés ha conseguido que la historia y su análisis tengan su espacio tanto en Televisión Española (‘El condensador de fluzo’) como en el programa radiofónico de Julia Otero ‘Julia en la onda’. Este sábado, además, estuvo en la Feria del Libro firmando ejemplares.
¿Cómo es eso de colar el rigor histórico en la banalidad del debate de redes?
Por un lado, si más o menos seguimos la actualidad de la cultura o el arte, al final hay mucha más actualidad de lo que parece. Al final, eso te da visibilidad. A partir de ahí, si ves que a la gente le interesa, se queda la mayoría contigo. Empecé con un blog y en un primer momento no tenía pensado usar las redes. Vi que había más debate el uso de temas específicos. No sólo son un pozo de odio, sino un espacio muy democrático para lo bueno.
¿Y cómo mide el rigor histórico?
Es muy habitual equivocarse. Hablo de temas muy míos y es fácil meter la pata, pero siempre hay alguien que te acerca información más correcta. Esta semana, a la hora de plantear el desplazamiento de unas pinturas en el Palau de la Generalitat, una persona que conocía me asesoró. Lo que me contó, lo añadí. En periodismo intentas ser riguroso, pero nunca tienes toda la información.
¿Por qué a los niños les cuesta tanto acercarse?
La clave está en la narrativa. Hemos usado la historia y la historia del arte como castigo. Ha habido épocas en las que se castigaba con leer. Sin embargo, cuando analizas, casi siempre se trata de la narrativa. Mi trabajo es ser técnico de educación y veo que cuando cuentas para entender y transmites algo que pueda parecer interesante, de forma fácil y agradable, les gusta.
¿Es cierto eso de que quien no conoce la historia está condenado a repetirla?
Hasta cierto punto, sí, pero hay que desmentir que sea cíclica. Alguien dijo alguna vez que no se repite pero rima. No va a ser exactamente igual, pero te da un contexto y elementos de juicio para entender qué está sucediendo. Ahora todo es histórico. Una cosa que digo a mi alumnado es que todas las biografías se refieren a gente viva o muerta hace poco tiempo.
Si tuviera que condensar la historia de A Coruña en una frase, ¿cómo lo haría?
Diría que siempre ha sido un enclave estratégico y si no entendemos su papel histórico en el Atlántico europeo no entenderemos nuestra ciudad.
¿Puede decirse que somos un lugar históricamente atractivo?
Sí, sin duda. De hecho, es curioso que cuando vas a archivos o colecciones artísticas del extranjero siempre aparecen dos hechos históricos de Galicia: la batalla de Rande y la de Elviña. Ésta es muy conocida en Inglaterra y Francia. Es un suceso fundamental. Hay países que tienen una larga tradición de convertir las retiradas en victorias.
¿Qué nos falta para hacer historia?
Tener una propia conciencia de la posición que ocupamos en el contexto nacional e internacional. Nos ha costado mucho conectarnos con Galicia, España y Europa. Otras ciudades han tenido más presente esa conexión.
Si tuviera un DeLorean, ¿a qué época y lugar viajaría?
Me llevaría antibióticos y unos guardaespaldas. Me hubiera gustado estar en la Florencia del Renacimiento. Basta ver cómo acabaron a cuchilladas.
¿Da mucha pereza hablar de historia y tener redes sociales?
A veces sí. La gente no quiere aprender historia, sino que repitas la historias que ellos creen que sucedió. Me gusta que cada persona desafíe sus propias creencias. Yo lo hago. Buscan ver el mismo documental.