La semana más destacada en el calendario del colegio Compañía de María finalizó ayer con una aglomeración de alumnos llenos de energía y entusiasmo. Niños y niñas de todas las edades aprovecharon la mañana para recorrer los patios en busca de puestos de globos, chocolate con churrros o los gigantescos hinchables. Las manualidades dieron color al entorno con mejillas decoradas o el arte de los pequeños reconvertido en chapas para la ocasión.
Esta fiesta del patio supuso un esfuerzo colaborativo entre alumnos, padres y profesores para organizar los puestos y recaudar fondos; una actividad solidaria destinada a la Fundación FISC, ONG de la Compañía de María, para la República Democrática del Congo. La transformación del colegio en parque de atracciones marcó la consecución de una semana en la que el deporte también tuvo su papel.
La conmemoración alrededor de la Niña María dio sus primeros pasos el lunes pasado con una serie de torneos improvisados. El fútbol, brilé y baloncesto concentraron a los jóvenes en campeonatos animados por los vítores de sus compañeros y profesores. “Es verdad que en la pandemia hubo más calma en los deportes, pero este año ha habido una gran participación”, aseguró María Hermida, directora del centro de A Coruña, al hablar del interés general.
El elemento religioso estuvo dedicado a la entrega de la flor a la figura de la Virgen Niña el jueves pasado; una tradición que favoreció la hermandad entre los mayores y los más pequeños. Alumnos de 2º de Bachillerato acompañaron a niños de cursos infantiles en esta última entrega antes de afrontar la Selectividad. Además, los futuros graduados les siguieron ayudando durante la gran celebración del día siguiente.
“Es una fiesta con un gran valor de identidad para nosotros y muy solidaria. Es la gran fiesta, junto a Santa Juana, del colegio Compañía de María”, recalcó Hermida sobre el impacto de la celebración.
La fiesta de la Niña María tiene una larga historia que se remonta hasta la Francia de principios del XVII. En sus primeros años, la escuela de Burdeos fundada por Juana de Lestonac planteó este rito para dedicar los logros de sus alumnas a la Virgen. El festejo tenía una fuerte carga simbólica al consistir en la entrega de una ofrenda en una ceremonia que poseía un paralelismo con la que María llevó a cabo en el templo de Jerusalén siendo niña. Esta ceremonia creció con festejos a su alrededor que fueron legados al restos de centros de la institución en el mundo; costumbres que perduran en la actualidad y en un probable futuro. l