Llegan los días de Todos los Santos y Difuntos, jornadas en las que los cementerios toman el protagonismo para honrar la memoria de los que ya no están y en las que se engalanan con flores y plantas para recordar a los seres queridos. Algunos cementerios son, además, verdaderas obras de arte y otros esconden curiosas historias. Estas son algunas de las que guardan los muros de los camposantos de A Coruña y su área metropolitana.
El cementerio de San Amaro es uno de los más importantes de Galicia y de los que tienen una historia más profunda tanto en cuestiones arquitectónicas como de las personalidades que están enterradas en él.
Fue inaugurado en 1813 en su emplazamiento frente al mar y su tamaño, la construcción de sus nichos y la notoriedad de los personajes que están enterrados en él lo han llevado incluso a ingresar en la Asociación Europea de Cementerios Significativos (ASCE), red de organizaciones que se dedican a la preservación y presentación de los cementerios como parte importante del patrimonio cultural y, posteriormente, en la Ruta de Cementerios Europeos, que busca poner en valor el patrimonio funerario europeo.
San Amaro se divide en tres partes: una religiosa, una civil y la británica, que es privada. Además, cuenta con monumentos colectivos como de los Mártires de la Libertad y la columna tronzada en recuerdo de la huelga general de 1901.
Precisamente una de las historias curiosas de San Amaro se esconde en ese monumento a los Mártires de la Libertad, ya que se levanta en el lugar en el que estuvieron enterrados varios aviadores alemanes de la Segunda Guerra Mundial y que reposan ahora en el cementerio del monasterio extremeño de Yuste. Actualmente hay enterrados bajo el monumento los restos mortales de de soldados magrebíes al servicio de los sublevados en 1936.
En otra parte del cementerio, concretamente en el cuarto departamento, está el monumento que recuerda a las más de 80 víctimas mortales del accidente de aviación de Montrove en 1973.
Entre las personalidades que están enterradas en San Amaro destacan escritores como Pondal, Curros Enríquez, Murguía, Pérez Lugín y Wenceslao Fernández Flórez, pintores como Luis Seoane, exacaldes de A Coruña como Federico Tapia o Alfonso Molina, filántropas como Juana de Vega -junto con el corazón de su amado Espoz y Mina- o músicas como Pucho Boedo y Marcial del Adalid. encuentran enterrados en San Amaro. También están entre los muros del camposanto los restos mortales de niños como el pequeño héroe coruñés Juanito Darriba, quien murió a los once años al tirarse al mar para salvar a una mujer de ahogarse en el Orzán.
En la arquitectura del cementerio, además de las estatuas de mármol que pueblan tumbas y nichos, destacan curiosidades como una respultura con un dolmen y un cruceiro o cruces celtas.
A finales del siglo XIX havía en el área coruñesa una importante comunidad protestante, que incluso llegó a inaugurar su primera capilla, como recoge el historiador Xabier Maceiras. En 1876, cuando falleció el primer miembro de esta comunidad, José García, de 70 años y zapatero, quien fue enterrado en una esquina aislada de San Amaro, en A Coruña. Sin embargo, cuando al año siguiente la obra evangélica se estableció en Loureda y Arteixo, levantó también un camposanto en el lugar de Torreiro (Ervedíns). La polémica no tardó en llegar entre católicos y protestantes, incluso con páginas de los periódicos mostrando las disputas entre el pastor protestante y el cura de la parroquia.
Pero el de Loureda no es el único cementerio protestante de Arteixo. Otro está "entre catro paredes caleadas" cerca de la rotonda entre la calle de Torrente Ballester y la avenida de Caión. Fue constuido por un arteixán casado con una francesa a principios dle siglo XX.
El cementerio sadense de Carnoedo vivió un curiosa historia en los años 30. Según relata el archivo fotográfico Memoria de Sada -que recoge los recuerdos e imágenes de vecinos de la zona- todo empezó cuando en 1932 la República española decretó la secularización de todos los cementerios del Estado que eran de propiedad eclesiástica.
El alcalde sadense de aquel momento, Fernández Pita, procedió a cumplir con el decreto y pasar el camposanto de Carnoedo a la administración civil, sin embargo, los vecinos se opusieron. Creían que se profanarían las tumbas y se echarían los huesos a una fosa común. Cuando llegó la comitiva municipal encabezada por el alcalde y varios guardias civiles armados se encontararon ante la puerta a las mujeres de Carnoedo provistas de diferentes armas blancas. Ante tal panorama, políticos y agentes decidieron dar media vuelta.
Hay unas tumbas en el lateral de la iglesia de Liáns que llaman la atención porque dos de los enterrados son adolescentes y todos ellos comparten algún apellido: Antonio Montoya Camacho, Antonio Camacho Lobato, Antonio Antonia Camacho y Manuel Jiménez Montoya.
La tumba pertenece a cuatro cesteros gitanos, todos miembros de la misma familia, que fueron asesinados en la Guerra Civil. Sus cuerpos fueron hallados en la carretera que va de Perillo a Oleiros en septiembre de 1936 y dos de ellos contaban al morir con solo 14 y 16 años.
Uno de los monumentos funerarios más bellos y representativos del estilo gótico en Galicia son los que están en la iglesia de San Francisco de Betanzos. Allí descansan los restos de Fernán Pérez de Andrade, gran caballero del siglo XIV, mano derecha de Enrique II y fundamental en la historia del reino de Galicia.
En su sepulcro se encuentra una cruz con un oso y un jabalí, semejante a la que hay también en uno de los brazos de la iglesia. Junto a él hay otros 16 sepulcros de la familia Andrade.