Érase una vez en la Rampa del Matadero, en el barrio de Monte Alto, un quiosco de nombre María Emilia. Un día, cuando todos pensaban que apostar por este negocio era una causa perdida, el establecimiento consiguió unos nuevos dueños, vivió un cambio de imagen y apostó por combinar la nostalgia con una oferta llamativa para las mañanas del barrio.
Para David Cybulkiewicz y su esposa aquel cartel de “se alquila” lo cambió todo y de buscar cafeterías como apuesta propia pasaron a rehabilitar un quiosco dándole una nueva vida. Aprovechando las pasiones de ambos, crearon algo “que fuese de nosotros y para nosotros”, subraya David sobre El Spot Kiosco & Coffee.
Sin embargo la idea no era nada pretenciosa, querían algo pequeño y fácil de manejar. Algo que fuese, sobre todo, un lugar “para conocer gente, por un quiosco, al final, pasa un montón de gente todo el día”, apostilla Cybulkiewicz. “Desde que lo vimos sabíamos lo que queríamos hacer pero también sabíamos que no queríamos perder la esencia del quiosco. Por eso decidimos quedarnos con todo”, explica.
En El Spot Kiosco & Coffee decidieron mantener para los adulta, la prensa; para los niños, las chucherías, “pero con café como especialidad y ofreciendo cositas diferentes como artículos relacionados con el surf o revistas internacionales, para cubrir un mercado que quedó huérfano con el cierre del quiosco de La Marina”, especifica Cybulkiewicz.
La esencia de un quiosco, tal y como yo la viví, es la del lugar al que bajas todos los días a comprar la prensa, a conseguir otro artículo y a hablar con el quiosquero
Todo ello, no obstante, con la tradición en mente porque, indica, “la esencia de un quiosco, tal y como yo la viví, es la del lugar al que bajar todos los días a comprar la prensa; conseguir otro artículo que te haga falta, porque podemos servir de apagaincendios y hablar con el quiosquero, es decir, recuperar ese vínculo interpersonal que se ha perdido con el móvil. La esencia de un quiosco engloba muchas cosas que considero importantes y que estoy tratando de mantener”, dice Cybulkiewicz recordando aquellos años en los que bajaba con su padre al quiosco “y eso no eran cinco minutos, eran diez o quince de contar historias y charlar sobre las noticias que aparecían en la prensa”.
La idea no ha sido mala pues este establecimiento que ve el sol –cuando decide aparecer por la ciudad– vive un nuevo amanecer. “Creo que a la gente le hacía falta ver algo diferente, todo es evolución”, sentencia el propietario de El Spot Kiosco & Coffee.
Cybulkiewicz, como el resto de quiosqueros entrevistados en esta serie, sabe que se enfrenta a un oficio duro, “sobre todo por el tema de los horarios y las elevadas facturas, algo que influye en que cierren quioscos, no solo el relevo generacional”, subraya David, pero se mantiene firme en lo referente a su continuidad. “Este también es un oficio muy bonito, hay que evolucionar para mantenerlo activo pero merece la pena porque son espacios históricos y hay futuro si hay evolución, 100%”, reflexiona.
Para apoyar su teoría se remite a los datos de facturación, unas cifras que no tienen comparación desde que Cybulkiewicz tomó las riendas del establecimiento tal y como estaba hasta el momento en que se produjo el cambio de imagen y la nueva idea de negocio.
“Desde el primer día que me han visto remodelar el quiosco, en el barrio lo único que he recibido son muestras de apoyo y cariño”, señala antes de proclamar que “el quiosco es un servicio para el barrio”. “Al final, es a quien me debo, la gente del barrio es quien consume en el quiosco”, resalta.
En ese servicio se incluye la compañía de una cara amable que se ve todos los días. “Aquí conectas con personas de diferentes edades, gente que necesita una conversación porque está sola y hablar contigo un rato les cambia el día y la cara o, simplemente porque les sirve para desconectar de la locura del día a día”, comenta.
Con una vuelta de tuerca y una filosofía amable, Cybulkiewicz ha conseguido lo imposible: “Recibir un target de edad que se había olvidado del quiosco, que vivía de los niños y los abuelos. Yo pensaba captar un target de entre 20 y 45 años y que cuando vieran el quiosco, se voltearan y lo tomaran en serio nuevamente, y eso estoy consiguiendo”. Y eso que la calle está en obras.