Con la llegada de las fiestas, las agendas de los salones de uñas se llenan. Cenas de empresa, reuniones familiares o el simple gusto de verse las manos arregladas hacen que muchas personas no dejen pasar la oportunidad de lucir manicura.
En medio de este fervor navideño, un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) hizo saltar las alarmas sobre la seguridad de la llamada técnica rusa, muy utilizada en la actualidad, y abrió un debate sobre sus posibles riesgos y sus beneficios. El jefe del servicio de Dermatología del Chuac, Eduardo Fonseca, y la propietaria de Monna’s Beauty, Mónica Pérez, responden a las dudas en torno a esta técnica.
La manicura rusa se diferencia de la tradicional por el uso de un torno o lima eléctrica que emplea fresas (cabezales de distintas formas) para limpiar y alisar la superficie de la uña y levantar y eliminar la cutícula. Es una técnica más profunda, que se realiza en seco, y permite que los resultados sean más duraderos.
La cutícula es una barrera natural que tiene una función importante: proteger la uña. “Es una superficie cutánea que se contamina mucho y que está en contacto con muchas substancias que pueden ser transmisoras de gérmenes patógenos.
La cutícula te protege si tú estás manipulando ácidos o alimentos, por ejemplo. Si hay una puerta de entrada ahí es más probable que sufras infecciones”, explica el dermatólogo.
Fonseca asegura que todo lo que sea modificar las estructuras anatómicas implica “ciertamente un riesgo”, pero lo ve más un problema de manejo técnico del torno. “Igual que los (aparatos) que utilizan los dentistas u otro tipo de cosas de precisión, estamos hablando de milímetros o incluso de menos.
Aquí manejas una máquina y hace falta un entrenamiento y cierta habilidad para ello. Es el factor diferencial. Si no se maneja bien, se pueden producir heridas o abrasiones”, asegura el especialista del Chuac.
Mónica Pérez, que tiene un salón de belleza en la calle Caballeros, coincide en la importancia de una buena técnica. “Este tipo de manicura es totalmente segura siempre y cuando la realice un profesional que tenga conocimientos.
Si no se hace ningún tipo de herida y el material está totalmente esterilizado no tiene por qué haber ningún tipo de infección”, indica. En su caso, trabajan mayoritariamente con una manicura combinada: emplean fresas para retirar la cutícula y levantarla y se retira con tijera o con cortacutículas.
Desde Monna’s Beauty aseguran que la técnica rusa no vale para todo tipo de uñas. “Hay que analizar siempre el caso en concreto.
No es apta para todas las cutículas, hay algunas que tienen muy poquita cantidad y no sería necesario realizar este tipo de manicura, pero hay otras que tienen una cutícula muy densa y muy dura y ahí sí sería adecuada”, explica la experta.
El dermatólogo también le ve ventajas a esta técnica, al no utilizar una inmersión en líquido: “Ha habido casos que no estaba en buenas condiciones, estaba contaminado y eso también es una fuente de infecciones”.
Fonseca afirma que los riesgos no solo se dan en la manicura rusa y son comunes a todos los tipos. “Si no se renueva o si te quitan las cutículas con palo de naranjo y lo hacen mal, también puede haber problemas”, afirma el dermatólogo.
Las infecciones más comunes se dan por bacterias u hongos. También se asocian problemas de posibles alergias o irritaciones. “Si eres inmunodeprimido o diabético, las posibilidades de infección son mayores y las posibilidades de que se complique también”, alerta Fonseca.
Un buen cuidado y mantenimiento, la renovación y acudir siempre a profesionales es la clave para lucir siempre unas uñas perfectas sin riesgos.