Como cada año, la Batalla Naval no faltó a su cita en agosto con los coruñeses, que tampoco fallaron y acudieron en masa para conmemorar la victoria sobre las tropas inglesas de Francis Drake en 1589. Ya en los minutos previos al inicio del espectáculo, los asistentes trataban de buscar la mejor ubicación posible para presenciar este evento.
La ensenada del Orzán fue testigo de una recreación que cada año sorprende por su espectacularidad. En esta ocasión, se emplearon 735 kilos de fuegos pirotécnicos, durante 21 minutos en los que la ciudad rugió y era imposible dejar de mirar al cielo para, pese al viento, no perderse un segundo de la Batalla.
En total, se realizaron 3.898 disparos, 2.251 desde As Esclavas y 1.647 desde la finca de Os Mariño, utilizando 12.047 unidades pirotécnicas que crearon una imagen mágica en toda la zona, con la combinación de fuegos acuáticos y aéreos. Estos últimos fueron visibles desde muchos puntos de la ciudad. Cabe mencionar que el 72% de los fuegos de artificio eran de fabricación nacional.
Además, durante las quince fases de disparos en las que se dividió el espectáculo, se utilizó tecnología de vanguardia. El objetivo no era otro que aprovechar los últimos avances en esta materia para innovar y tratar de conseguir la complicidad de las miles de personas que se congregaron en el Paseo Marítimo y en las playas. Y es que no hay nada mejor para rememorar una batalla de hace más de cuatro siglos que hacerlo con los últimos avances tecnológicos.