La banda Faneka traerá esta semana a Galicia su característico sonido, con sendos conciertos en Ferrol (hoy), A Coruña (mañana en el Garufa Club) y Vigo (el sábado). Una de sus integrantes, Inés Fernández, asegura que de los directos se puede esperar un poco de todo, “momentos muy tranquilos, momentos más rockeros... yo diría que el hilo conductor es el sonido mágico que tiene la banda, con violín, cello, guitarra, percusión y voces”, apunta.

Traen bajo el brazo su último disco, ‘Caliu’, una palabra catalana que evoca “a las brasas del fuego”, pero también al “significado metafórico del calor humano”. Se trata de un trabajo claramente influenciado por la pandemia, ya que surgió como el “deseo de dejar grabados temas que veníamos tocando desde hace un par de años”, pero el covid se interpuso, por lo que “surgieron temas nuevos durante el confinamiento”. “Es un disco que refleja el mundo de antes del covid y un poco el mundo confinamiento”, detalla Fernández.

Ha sido ‘Caliu’ también un disco de cambio, al dejar a un lado la autoedición. Para la producción han contado con Gonzalo Lasheras, “una leyenda”, indica Fernández mientras enumera algunos de los artistas con los que ha trabajado él, como Jorge Drexler, Aute o Kase.O. 

Eso “fue un cambio cualitativo”, pero no cambió sus propios procesos de creación, ya que siguen siendo “bastante iguales”. Hasta el momento, la mayorías de los temas “los componía yo y los arreglábamos entre todas”, explica, añadiendo que “quizá ahora es un poco menos Inés y más banda el proyecto”.

Inicios

Sobre como comenzaron su actividad, Inés Fernández asegura que ella “quería tocar y grabar mis temas”, por lo que entró “en contacto con Bruna, la cellista, y, de manera orgánica se fue transformando en una banda, más que en un proyecto de cantautora”, al tiempo que iban sumándose el resto de integrantes.

Además del “sonido mágico”, llama la atención el nombre, con conexión gallega. “Mi abuela era de Ferrol y mi madre nació en Pontevedra”, por lo que “siempre he tenido mucha conexión”. El nombre “es un poco aleatorio”, reconoce entre risas, “porque siempre hablaba de las fanecas y se acabó convirtiendo en mi mote, Inés Faneka”. En Madrid “nadie sabe lo que son, es como una palabra descontextualizada”, a la que sumaron la ‘k’, para “descontextualizar un poco más”.

Cuando iniciaron el camino, la meta era “tocar, disfrutar y existir”. Ahora buscan profesionalizarse, llegar a más gente y, “a nivel más místico, difundir algo profundo, con mensaje y mucho amor, aprovechar el altavoz para lanzar amor”, concluye.