El más que contrastado talento y el prestigio del que goza en el sector la Facultad de Informática de A Coruña convierte la quinta edición de su feria de empleo en un concepto ligeramente diferente al tradicional. Y es que, al contrario de lo que sucede en muchos eventos semejantes, en buena medida se trata de que las 26 empresas presentes, la mayoría referenciales, encandilen con sus proyectos a alumnos que, a pesar de encontrarse en plena etapa formativa, saben que serán profesionales de un campo que presume de no tener paro.
Pantallas de alta resolución con desarrollo de videojuegos, responsables de empresas cuyo cargo exige un alto dominio del inglés y un mundo para el que el profano de la materia necesita de cierto asesoramiento para no perderse. Pero por el poder de convocatoria y la implicación de los reclutadores queda de manifiesto que es un éxito que parece saciar las aspiraciones de ambos. Uno de los stands al que acercarse requiere de una espera de minutos es el de Merlín Softwatre. Suso Blanco, ex alumno de la FIC y QA de la tecnológica radicada en la ciudad, ya da cobertura a seis personas en prácticas y no se atreve a poner un límite al talento fresco procedente de la FIC. “Ofrecemos un programa de mentoring, que se trata de un programa personalizado para el candidato, en el que reforzar las debilidades, pues no tiene clara su especialización”, dice el especialista en big data. “Siempre surgen vacantes nuevas, no hay paro y es un mercado muy cambiante en el que no te puedes estancar”, añade antes de hablar sin complejo de targets de contratación desde los 18 a los 27 años, algo impensable para saltar a ‘jugar’ en ‘campos’ de Primera.
No se aleja el proceso al del ‘scouting’ deportivo. Algunos reclutadores parecen haber detectado a simple vista el talento y buscan lugares apartados para seguir la conversación con sus potenciales fichajes. Es cantera pura y dura, que diría un futbolero. En el stand de Altia, por ejemplo, las colas son propias de una feria del E3, la famosa feria del videojuego.
Entre los jóvenes tampoco se percibe agobio alguno. Es como quien va al mercado: primero escuchan lo que más se ajusta a lo que buscan y luego deciden, pero con la tranquilidad en el horizonte. “Primero se trata de disfrutar, luego ya miraré por el dinero”, advierte Saúl, estudiante de segundo curso que hasta el año que viene no decidirá. “Si tengo suerte y me pillan, pues mejor”, prosigue uno de los muchos casi adolescentes.
Diego, por su parte, prefiere centrarse en unas condiciones que le permitan no preocuparse del dinero desde el principio. Java e inglés como requisito son dos conceptos que le han hecho ‘tilín’, y a pesar de su juventud habla con las ideas inusitadamente claras.