Forman parte del imaginario coruñés. Todo el mundo se ha cruzado con ellas y suponen un reclamo fotográfico para los turistas. Puede que a día de hoy no centren la atención de los ciudadanos, acostumbrados a verlos durante sus paseos, pero si no estuviesen, las puertas de los establecimientos donde se encuentran se quedarían vacías, por lo menos, del alma que las caracteriza. Las figuras más emblemáticas que decoran el exterior de comercios de A Coruña son ya una cuestión romántica. Algunas han desaparecido con el paso de los años, pero su recuerdo brota en cualquier conversación que tire de nostalgia. Otras permanecen, y curiosamente, casi todas se encuentran en la misma calle: Riego de Agua.
El Baúl de los recuerdos y Eferro son los locales que encabezan esta tradición. Atrás queda también Tarabela, ahora desaparecido, que animaba a entrar en su interior tras cruzarse con su maniquí de estilo cubista. Foto Artús, que se localizaba en el número 42 de esta calle, ya no está en su bajo, pero el fotógrafo de su balcón permanece apuntando con su objetivo a La Marina. Pero prácticamente en toda la ciudad, durante las últimas décadas, las figuras decorativas o balancines han hecho las delicias de los más pequeños. Los nacidos en los 90 probablemente hayan abrazado en más de una ocasión al imponente oso de Natura, ahora jubilado, en el centro comercial Cuatro Caminos.
A Coruña contó incluso con una representación de Ronald McDonald en su antiguo restaurante del centro comercial Los Rosales, y el caballo de Foto Paco dio incluso nombre a una expresión típica coruñesa: ser más lento que el caballo de Foto Paco. El Pote, antiguamente localizado en Francisco Mariño con la plaza de Pontevedra, era reconocido por tener una figura de un mayordomo, denominado en aquella época como ‘el negro del Pote’. Y también era muy aclamado el extraterrestre de la calle Galera –número 33– que, sentado en la terraza, disfrutaba de los vermús de la típica Vermutería Martínez.
Pluto, en Francisco Añón (Calzados Docampo cerró sus puertas pero este perro sigue allí) y el caballito morado del Copacabana eran dos de los balancines más famosos de la urbe y todos los niños pedían monedas a sus padres para poder montarse en ellos. El reino animal es mayoría en este tipo de decoraciones, lo que nos remite también a otro tipo de negocios en los que se empleaban seres… vivos. Hace ya años que no recorre las calles coruñesas el número de la cabra, pero en los 80 aún era bastante habitual.
Más atrás en el tiempo, pues lo recuerdan especialmente los que vivieron su infancia en los años 60, era un señor que tocaba el organillo de manivela en la plaza de Pontevedra y se hacía acompañar por un mono, quien hacía las delicias de los niños.
Si nos remontamos a finales del siglo XIX, hay que hablar del mendigo más famoso de la ciudad, Don Pedrito, que echaba comida en las alas de su chistera de copa para que los pajarillos comiesen, de modo que aquel hombre con pájaros en la cabeza era muy popular entre los críos.
Son varias las figuras a las que podemos hacer referencia. El Baúl de los Recuerdos, que ilustra este reportaje, saca cada mañana a la calle su figura del monstruo creación de Mary Shelley. Desde hace más de una década han contado con otros elementos del mismo estilo, como Marilyn Monroe. La presencia de Frankenstein hace intuir lo que puede encontrarse en este comercio especializado en libros antiguos: historias, colecciones, ilustraciones… todo un baúl en el que perderse sin miedo, por mucho que el monstruo quiera asustar. Este negocio es un ejemplo, pero hay más:
Cochinillo y Carnicero
Esquina de Valentina, esquina de la calle Torreiro con Galera
La carnicería Mouriño, en la que este cochinillo movió su rabo durante décadas, cerró hace un par de años. Nacho Moreira, de La Esquina de Valentina, el negocio que ahora ocupa ese local, decidió recuperar en 2022 la figura de este animal y la marioneta del carnicero como guiño a su predecesor.
Cerdo
Raxaría As Neves, ronda de Outeiro
El raxo es el plato más pedido en este establecimiento de la ronda de Outeiro y su imagen acompaña al éxito. Hasta dos figuras de un cerdo saludan a los comensales: una situada en la puerta de entrada y otra, en la sala. Los cuadros que decoran el restaurante, además, también tienen a este animal como protagonista.
Alligator
Mardi Gras
La sala de Monte Alto de música en directo y que sirve como refugio de bandas locales tiene un alligator en la puerta que saluda a los visitantes. Su cuerpo se extiende hasta el interior del local y las patas asoman en la barra. Es una especie diferente que se alimenta de música.
Fotógrafo
Balcón de Foto Artús, Riego de Agua
Provoca sustos y risas a partes iguales. Los que nunca lo han visto señalan sorprendidos por su presencia. Muchos piensan que se trata de una persona de verdad que está fotografiando el callejón Luchana. Pero se trata de una estatua que hay en el balcón del número 42: el fotógrafo de Artús, nombre que comparte con la antigua tienda del bajo.
Animales
Salotto, Calle Real
La calle Real tiene todo un safari en el número 61. Salotto, tienda especializada en moda boho mediterránea, tiene en su exterior varias figuras de animales de esparto, en concreto unos elefantes y unos burros. Además de vistoso, estos elementos sirven como reclamo comercial, y es que en su interior hay toda una variedad de fauna del mismo material.
Zuecos
Eferro, Riego de Agua
Esta tienda estuvo en boca de todos cuando abrió sus puertas. Elena Ferro, ganadora del Premio Nacional de Artesanía, ofrece un producto clásico de la tradición gallega, los zuecos de madera. Eso sí, con un toque moderno que se puede ver en los colores atrevidos de cada uno de los artículos. Fuera del negocio, Ferro situó hace años uno de los elementos que más divierten a los pequeños y visitantes: un zueco de gran tamaño que sirve de photocall.
Indio
Última ubicación: Arenas; antes, Saloon de La Marina
Hay que remontarse a los 90 para recordar esta figura de 150 kilos en el Saloon de La Marina. Miguel San Claudio Veloso regentaba el local y durante 27 años el indio vigilaba a todo aquel que se acercaba al lugar. Después lo compró el artista Fernando Pereira y en 2019 estuvo en la librería Arenas.