Detrás del ataque a un club de adultos perpetrado por unos menores el pasado domingo existe una historia mucho más escabrosa y preocupante para los vecinos. Y es que, la noticia adelantada por El Ideal Gallego, lejos de tratarse de un hecho aislado, responde a una tendencia que está degenerando en actos cada vez más violentos y peligrosos para vecinos y hosteleros de la zona de San Pablo.
Todo villano tiene su guarida, y lo cierto es que el callejón o galería comercial que une las calles Sinfónica de Galicia y Costa Rica se ha convertido en una especie de nido perversión y de actividades ilegales llevadas a cabo por menores. Algunas se producen a plena luz del día. Para otras esperan a la complicidad de la noche y la oscuridad, sobre todo porque hasta el fin de semana es muy poco habitual el tránsito de viandantes a partir de cierta hora. Para las primeras horas de la tarde suelen preferir alcohol, mientras que, seguramente a consecuencia del ‘entrante’, el menú continúa la espiral de ilegalidades: sexo y defecaciones en la vía pública, así como consumo de drogas. Entre los restos que se han encontrado los profesionales de la empresa privada limpieza contratada por los locales próximo hay preservativos, así como restos de bolsas de cocaína y bases para fumar crack, entre otras sustancias. Por supuesto, también las botellas de alcohol para aderezar la fiesta. Además, han convertido el entorno en una especie de habitación propia, llena de grafitis de dudoso gusto.
Los hosteleros afectados presentaron en la mañana del lunes la denuncia correspondiente en el cuartel de Lonzas de la Policía Nacional. No se trata de una puerta reventada y la cartelería por los suelos en un club, o el cuadro eléctrico de una discoteca próxima, sino de la deriva cada vez más agresiva y violenta, así como la sensación de impunidad que acompaña a los menores. De hecho, durante su intento de acceso al club, uno de los denunciantes dio la voz de alarma y fue increpado y amenazado por los jóvenes, que se dieron a la fuga por una de las dos escapatorias de la galería. “Llevamos dos meses que cada día va a peor y algunos vecinos ya temen que lo próximo sea una puñalada en una terraza. Esta es la trazabilidad de la hostelería en la zona: abrir la puerta y encontrar condones y un fumadero de crack”, lamenta uno de los afectados.
No obstante, todas las fuentes consultadas por este diario desean agradecer la rapidez de la llegada de la Policía Local, así como la forma de asesorar y vincularse con la problemática. “Ellos y nosotros sabemos perfectamente quiénes son, y el perfil es muy concreto y semejante al de los asaltos motorizados de hace unos meses: menores, con antecedentes múltiples de delincuencia, y a los que les da igual todo”, indican los denunciantes.
A pesar de ser uno de los centros de la vida comercial, hostelera y social de A Coruña, el entorno de Juan Flórez se ha convertido en foco de conflictos en los últimos años. Los más recordados son el apuñalamiento a un joven de 18 años por parte de un pandillero menor en febrero de 2023, así como el asesinato de Yoel Quispe en la la noche del 23 de diciembre de ese mismo año. Además, el mismo club objeto del acto vandálico del domingo, así como cinco establecimientos más de la zona, fueron atacados en motos de alta cilindrada en octubre de 2024. Curiosamente, entonces se trataba también de un grupo de menores de edad, aunque no los mismos que en esta ocasión.
Por otra parte, también en el mismo área de influencia se mantuvo activo lo que algunos residentes y comerciantes dieron en llamar el ‘callejón de la puñalada’, en referencia a un espacio de Pérez Cepeda en el que se mantenían relaciones sexuales y se amenazaba a los curiosos. Según fuentes cercanas, se trata del mismo grupo o pandilla que había agredido al joven de la plaza de San Pablo.
Mientras, los hosteleros siguen demandando más cuidado y educación, así como vigilancia, por parte de los padres.