Nada menos que 20 premios mayores (dos Oscar, dos Grammy y 16 Grammy Latinos) salieron a pasear al escenario del Palacio de la Ópera. Son la mejor carta de presentación de Gustavo Santaolalla, un músico difícil de etiquetar, porque precisamente lo apasionante de su repertorio está en ese viaje a través de las experiencias.
El compositor de la banda sonora de ‘Babel’ y ‘Brokeback Mountain’ se lo tomó con calma. Tanta que en la mesa tenía un cuenco de mate. El también productor, y figura clave en la eclosión del rock argentino de la década de los noventa, tuvo una puesta en escena sobria, donde lo realmente importante era él y la magia que supo sacarle a los distintos instrumentos.
Un cuarto de siglo ha pasado ya desde que Santaolalla publicó ‘Ronroco’, el disco que hizo que la industria del cine pusiese sus ojos sobre él. La celebración de las Bodas de Plata es la excusa que ha encontrado para echarse de nuevo a la carretera e iniciar una gira en la que, según confiesa, toda la música está relacionada con aquellas composiciones.
El público asistente, varios centenares de espectadores, era conocedor de la obra y, en muchos casos, recordó el privilegio que era tener a Santaolalla.