El periódico del 19 de noviembre de 1997 destacaba como noticias principales la intención de Costas de que se anule la venta de Seixo Branco, la reapertura del Parlamento de Galicia, con la toma de posesión de los diputados y la espera de Silva en su hotel de La Coruña a que el Deportivo le diga cuándo se reincorpora. 

Os Castros tendrá que soportar 20.000 coches más cada día

Los vecinos del barrio de Os Castros tendrán que aprender a convivir con las obras durante más de un año y medio (de enero del 98 a julio del 99), pese a los esfuerzos de la Demarcación de Carreteras por evitarlo. El plan de desvíos presentado el pasado mes de abril se cumplirá casi a rajatabla, si bien las complicaciones inicialmente previstas pueden multiplicarse debido a la negativa del Ayuntamiento a abrir un camino provisional en el parque de San Diego, consistente en la apertura de la calle Villa de Cedeira, que tendría una salida a la avenida del Ejército. El barrio se verá obligado a absorber al menos 20.000 de los 45.000 vehículos que transitan por la avenida del Pasaje cada uno de los días que duren las obras. 

Silva fue ignorado por los agentes del Deportivo y debe seguir a la espera

Carlos Alberto Silva llegó a La Coruña para reincorporarse al Deportivo, a su centro y a su puesto de trabajo. Si embargo, deberá esperar a que desde el club se le comunique el día, el lugar y la hora en los que deberá hacerlo. Ayer se personó en la sede social de la entidad deportivista, en la plaza de Pontevedra, en donde fue recibido por Lisardo Méndez, el veterano administrativo de la sociedad blanquiazul, a pesar de que en un despacho colindante se encontraba el secretario del consejo de administración, Felipe Marcos, por lo menos accedió al primer piso de ese portal un minuto antes de que llegase el entrenador brasileño y no se acercó en ningún momento a atenderlo ni siquiera a saludarlo. Silva acudió acompañado de su abogado, Miguel Juane, a las 20.45 horas, media hora después de que se hubiese marchado la mayoría de los dirigentes blanquiazules que estuvieron en la sede social. Casi todos esperaron la llegada del entrenador, a excepción del presidente, Augusto César Lendoiro, que no se acercó para nada a la plaza de Pontevedra.