Hombres G se lo pasan muy bien y A Coruña se suelta el pelo

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La nostalgia, una de las armas más poderosas de la cultura actual, sino la que más, convirtió el repaso a cuatro décadas de música de Hombres G en una homilía revival de toda una generación. La banda madrileña, con el éxito asegurado desde el frenético ritmo de venta de entradas, propuso a sus fans un viaje a la época del VHS, los dos canales de televisión y los polos Lacoste.

 

Dos horas de reloj, 25 temas del tirón para definir 40 años y pocas, muy pocas palabras de Summers. No era necesario. El terreno estaba abonado desde un vídeo introductorio que despertó los ‘oh’ melancólicos y las miradas cómplices de quien se reconoció en su juventud a través de Joaquín Luqui, Concha Velasco o Mari Carmen y sus muñecos. Todos definían en tiempo presente lo que supuso el boom de Hombres G a comienzos de los 80. Solamente Jordi Hurtado y los colegas de Summers parecen haberse reído del paso del tiempo. La voz del líder de la banda sigue sonando igual de nasal y reconocible, así como su pose con el bajo.

 

No fue el frontman, en cambio, el encargado de entonar las primeras notas del repertorio. El batería, Javier Molina, hizo de barítono italianizado para cantar a coro con las más de 8.500 personas la letra ‘itagnola’ de Venezia. Y muy pocos traseros volvieron a reposar en su asiento desde entonces. Entre mordiscos de chicas cocodrilos e Indianas se consumió una primera parte que dio paso a otro vídeo de poderío y guiños de amigos.

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Bebe, Coti, Ana Torroja, Manolo García o Mikel Erentxun felicitaron vía vídeo a los Hombres G por su 40 aniversario, aunque la gran ovación se la llevó la aparición en pantalla de la gallega Luz Casal. Era entonces momento de pasarlo muy bien y de dar el salto mortal hacia una segunda mitad del repertorio sin apenas parones y con una banda a la que el escenario situó muy cerca unos de otros, casi en forma de escenario de sala de conciertos de los 80.

 

Y como Summers siempre consigue lo que quiere al final, como era de esperar, su chica volvió a irse con un niño pijo, pero a cambio se quedó un Coliseum entregado llamándole a “mamón” a coro histriónico al culpable de la afrenta. Y al final, pasada la medianoche, los jóvenes de los 80 volvieron a despertarse en 2023.

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