Un año da para mucho, o para muy poco, si de lo que se trata es de cumplir un programa electoral. En todo caso, los primeros 365 días del segundo mandato de Inés Rey se cumplen hoy, y es tradición hacer un recuento. A diferencia del comienzo de su primer mandato, marcado por el covid, desde el 17 de junio, en este último año no ha sobrevenido ninguna catástrofe que le haya impedido cumplir con su programa electoral o, con el acuerdo al que llegó con el BNG para que apoyara con sus votos su investidura.
Una obra muy importante que hay que poner en el haber de la alcaldesa es el Paseo Marítimo. El acuerdo para un protocolo sobre la fachada marítima, que se firmó la semana pasada, llega a tiempo para sumarse a la cuenta, igual que las obras de humanización de San Andrés, demoradas por largo tiempo. Más allá de la Administración local, obras como la reforma de Alfonso Molina han acaparado mucha atención No obstante, el mayor logro en materia de movilidad del que puede presumir la alcaldesa es el éxito de BiciCoruña, con miles de usuarios.
A nivel social, hay que resaltar la eliminación del poblado de A Pasaxe, con el desalojo de dos hermanos que eran los últimos pobladores. Esto despeja el camino para construir allí una senda peatonal que conecte con Oza y para la naturalización de la costa. Pero el primer año de mandato de Inés Rey deja mucho más en la cuenta del debe que el de haber. Rey pactó un acuerdo con promesas a un año vista, y pocos puntos están cumplidos.
Los nacionalistas van a esperar al día de hoy para dar a conocer su valoración, pero tienen poco de lo que sentirse satisfechos. Estaban interesados en formar un bipartito, pero el PSOE se negó rotundamente. Consiguieron firmar un acuerdo similar al primer mandato, solo que en aquella ocasión el socio preferente de Inés Rey no era el BNG, sino la Marea. El grupo que encabeza Francisco Jorquera fue ninguneado durante el pasado mandato porque a los socialistas les bastaba con los votos de la Marea.
Sin embargo, este partido desapareció del hemiciclo tras las últimas municipales, de manera que el BNG se ha convertido en el único apoyo del PSOE frente al PP, el partido con mayor representación en el salón de plenos. El grupo encabezado por Miguel Lorenzo ya criticó el pacto alcanzado por los partidos de izquierdas, calificándolo de “pacto de perdedores”. Sin embargo, la negociación entre socialistas y nacionalistas es vital para sacar adelante asuntos en el pleno. También ha se ha conseguido, por ejemplo, entregar un borrador del presupuesto en septiembre, lo que ha permitido que el Ayuntamiento entrara en 2024 con unos presupuestos en vigor.
Solo esto ya es un avance, puesto que hacía años que no ocurría, desde la última mayoría absoluta, la de Carlos Negreira: las negociaciones de los gobiernos en minoría de la Marea primero y el PSOE después, se habían alargado hasta bien entrado el año, lo que ocasionaba numeroso trastornos e impedía aplicar todo el presupuesto. Eso, cuando no se prorrogaban las cuentas del ejercicio anterior.
Pero la mayor parte de las medidas que estaban planteadas para iniciarse o ejecutarse en los seis primeros meses o en la mitad inicial del mandato están aún en el cajón: el cumplimiento del protocolo de buenas prácticas urbanísticas, el impulso del parque ciudad, el inicio de la reforma del PGOM para Adormideras, el Agra o As Percebeiras.
En cuanto a movilidad, el Gobierno de Inés Rey no ha conseguido avanzar, como se comprometió, en el desarrollo de un nuevo transporte colectivo urbano, con la revisión del mapa de líneas, la ampliación de horarios y frecuencias y la posibilidad de su gestión directa. La concesión actual terminará a finales de este año y ya se da por hecho que la Compañía de Tranvías tendrá que prestar el servicio en precario durante un tiempo bastante largo antes de que se pueda licitar el nuevo contrato.
En medio ambiente tampoco se ha avanzado en la dirección anunciada: el acuerdo entre ambas partes ataba al Gobierno local en cuanto al reciclaje de la planta de Nostián defendiendo el modelo húmedo-seco y la implicación del Consorcio As Mariñas, pero finalmente, la ha abandonado a favor del modelo Sogama de cinco contenedores sin pedir la excepcionabilidad como había anunciado.
También se había comprometido el Gobierno de Inés Rey a investigar la trama de STL, por la que la Policía Nacional detuvo al secretario general de este sindicato como sospechoso de corrupción: habría cobrado supuestas mordidas a cambio de conseguir puestos de trabajo en la concesionaria municipal de limpieza.
El campo del patrimonio es uno de los más delicados, por su valor simbólico: el Ayuntamiento había accedido a presentar una demanda para recuperar la Casa Cornide de manos de la familia Franco, alegando que la obtuvo de manera fraudulenta, y así seguir el ejemplo del pazo de Meirás, pero todavía no ha dado ese paso, aunque se haya avanzado.
Otro ejemplo referente al patrimonio es la antigua cárcel provincial. El Ayuntamiento llegó a finales de 2022 a un pacto con el Siepse (Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y de la Seguridad del Estado) e Instituciones Penitenciarias para pagar 2,3 millones de euros por las instalaciones, en cumplimiento de una sentencia judicial. Pero no pudo aprobarlo en pleno y desde entonces, la situación se ha estancado. El viejo inmueble sigue abandonado y se ha tapiado, aunque se ha dispuesto vigilancia para evitar nueva okupaciones, a pesar de que el BNG lo había situado como uno de los asuntos que desbloquear en los primeros seis meses de este segundo mandato. En cambio, sí se ha logrado un avance en el caso de la fachada marítima, aunque todo apunta a que no se podrá condonar la deuda.
En el campo del urbanismo, la alcaldesa sí ha solicitado a la Xunta que designe a la ciudad como mercado tensionado inmobiliario, lo que permitiría congelar los nuevos alquileres a los grandes tenedores. Lo hizo en octubre. La lista es larga, e incluye muchas medidas, como un plan director de instalaciones deportivas u otro de accesibilidad.
El cajón parece lleno a rebosar para los tres años que restan de este segundo mandato, en el que la relación con el BNG parece tensarse. En los últimos plenos no ha conseguido su apoyo para medidas importantes, como la inyección económica para el pago de los espectáculos.