Buscar voluntarios para labores de limpieza no siempre cuenta con el apoyo necesario o toca la fibra de un número suficiente de voluntarios. Sin embargo, si se disfraza de reto o búsqueda del tesoro el índice de seducción sube notablemente. Y si no que se lo digan a Nuria Varela, una vecina de Novo Mesoiro que ha convertido el geocaching en la mejor manera de mantener limpio el mayor entorno verde de un barrio de la ciudad. Para el caso concreto la modalidad se llamaba CITO (Cache In Trash Out) o sacarse la basura de encima.
Para los no iniciados en realidad aumentada, GPS y demás yincanas de nuevo cuño, se trata básicamente de el esconde-encuentra de toda la vida, utilizando los métodos que permite la tecnología vía satélite. El cómo es lo de menos. Lo realmente fundamental para el barrio del extrarradio son los kilos de basura en forma de cementerio tecnológico que se encontraron a escasos metros de su lugar de residencia. “Es difícil calcular el número de kilos exacto, pero desde tres ruedas de camión al envoltorio de una televisión de 50 pulgadas, pasando por telas, botellas, plásticos, un rodillo para pintar o cristales gordos”, dice Varela, la ideóloga de la propuesta. “Una se pregunta hasta qué punto compensa más irse hasta el monte antes que dejarlo en el contenedor de al lado de tu casa”, añade.
Nuria Varela estuvo acompañada por nueve voluntarios y residentes de todas las edades y, lejos de adentrarse en las profundidades del bosque, apenas necesitaron caminar unos pocos metros para empezar a atisbar lo que parecía un paisaje postapocalíptico. Más allá de ser más o menos amigo de la naturaleza, la también miembro del AMPA del colegio de Novo Mesoiro recordó que esos mismos caminos son uno de los puntos fuertes de vivir en el barrio. “Es un bosque de eucaliptos, por lo que muchos no le tienen tanto cariño como a otras zonas, pero hay que tener en cuenta cómo muchos aprovechamos esas zonas, ya en la pandemia, para respirar, coger aire o simplemente practicar deporte”, subraya.
Los participantes en el geocaching recogieron lo que pudieron, literalmente, y se dejaron cosas imposibles de cargar, como unas pesadas y delicadas tejas. En la mente de la organizadora ya está una nueva expedición, que tendría lugar en un par de meses.
No obstante, y como si de una charla en un colegio se tratase, Varela deja un mensaje a quienes desde el anonimato se empeñan en ensuciar el monte: que no vuelva a hacerlo, básicamente. “Repito: es más fácil tirarlo que irse al monte a ensuciar. Ahora que hemos limpiado, por favor, que no ensucien otra vez, porque es una pena”, implora la responsable de convertir el enorme entorno natural de Novo Mesoiro en un monte y no en un vertedero ilegal que convierta los límites del barrio en un muro de basura.