No se trata de matar moscas a cañonazos, pero seguro que, si a algún vecino le dieran lo opción, votaría a favor. Y es que, por más que cada año se repita la misma historia en los barrios de Os Castros y A Gaiteira, vivir con la mosca detrás de la oreja no es plato de buen gusto para nadie. El Ayuntamiento, a través del servicio de control de plagas, ha comenzado la instalación de las trampas para los insectos. El objetivo es recuperar la normalidad en el día a día de la zona, desde la de quienes simplemente quieren pasear con tranquilidad a la de los que encontraban complicaciones para desarrollar su actividad comercial.
Se trata de dos estructuras a cada cual más curiosa y con un diseño que se alterna en el caso de los portales pares y los impares. A un lado de la calle se encuentra un viejo método: el de la tira adhesiva que engancha para no dejar volar más a la prensa en cuestión. Al otro, una especie de recipiente de cristal con forma de botijo que parece ‘emborrachar’ de cerveza a las moscas. Nada más lejos de la realidad: se trata de un líquido con capacidad de atracción, pero nada que ver con una cebada que, sin duda, haría caer antes a un humano que a un insecto.
Fuentes municipales afirman que todo el proceso entra dentro de la normalidad y la rutina: “Se han puesto trampas en la avenida otra vez, al igual que el año pasado, para intentar reducir el número de esos insectos. Durante los meses de calor suelen aparecer alrededor de los cerezos de la avenida de Oza”.
Sin embargo, decirlo una cosa y vivirlo es otra, como relata una residente: “En ocasiones es preferible correr el peligro de andar por la carretera que caminar por cualquiera de las dos aceras y estar apartando las nubes de moscas con la mano”.
Tampoco los comerciantes son capaces de adaptarse a la anormal normalidad de los meses de verano. Y menos aquellos, como es el caso de las pastelerías o panaderías, que trabajan con dulce, harina o azúcar. “En Suevia (número 129 de la avenida de Oza) están desesperados. Solamente queremos que se busque el origen y se erradique esto de una vez por todas”, apunta Paulo Sexto, presidente de la asociación vecinal Os Castros-Oza-Gaiteira. “En ocasiones alcanzan el octavo piso de los edificios y ya es una cuestión de sanidad y de poder trabajar para mucha gente”, finaliza uno de los encargados de recibir todas las quejas.