La primera asamblea presencial que pudo celebrar la refundada Asociación de Vecinos de Orzán-Pescadería sirvió para ratificar a José Luis Méndez (A Coruña, 1948) como presidente. Su voz en estos tres años de pandemia ha sido tan constante y sonante como el volumen que le quita el sueño a sus co nvecinos y asociados. La reivindicación es simple: Poder conciliar el sueño mientras los demás se lo pasan bien. El cierre de la actividad de pubs y discotecas durante la etapa de restricciones fue un remanso de paz en su opinión y una pesadilla para el sector nocturno, un binomio de complicada conciliación y convivencia.
¿Cuál es el balance de su primera asamblea cara a cara con los vecinos?
Hubo bastante gente y una avalancha de quejas, cada uno con su experiencia de lo que debe aguantar de los locales y de la calle, especialmente de la calle. De madrugada, es una selva de incivismo, carvernícolas que ignoran que no están solos en el mundo y se comportan a grito pelado por la falta de presencia policial. Reina la sensación de que el Ayuntamiento no tiene interés ni capacidad para poner en orden la calle.
¿Cuáles son sus desafíos a corto y medio plazo?
El primero es el derecho al descanso nocturno y el otro la rehabilitación del barrio, porque hay muchos edificios en ruinas y en mal estado. Sin embargo, sabemos que no se va a rehabilitar si no conseguimos dominar el tema del ruido.
¿Son constantes en sus apelaciones al Ayuntamiento, ¿se sienten atendidos?
La relación con el Ayuntamiento sigue siendo mala. Hacen actuaciones esporádicas que luego anuncian a la prensa a bombo y platillo. Pero los locales que cierran están abiertos a las dos semanas de nuevo, y por ese camino no solucionamos nada. Al señor Borrego le hemos dicho lo que debíamos y no ha contestado, porque este Ayuntamiento es de paripés.
Recientemente, los locales del Orzán también se han asociado para pedir justicia...
Hay una permisividad excesiva y ahora mismo estamos recurriendo la apertura de dos locales. Se quejan de que el Ayuntamiento les toque los libertinajes, pero tienen que hacer lo que marca la ley, porque han hecho lo que les daba la gana treinta años.
El Orzán de madrugada es una selva de incivismo, cavernícolas que ignoran que no están solos en el mundo y que se comportan a grito pelado por la falta de policía
El ocio nocturno supone un activo económico en si...
Lo que pedimos es que se saque de las zonas residenciales, porque no es compatible. Los locales no son responsables, pero sí el foco que atrae a la gente. El sitio apropiado son los muelles. Luchamos por el descanso nocturno y, si hay una actividad que interfiere, tienen que marcharse a otro lado.
¿Existe algún tipo de diálogo con esa asociación o con los pubs?
Hablar con la gente de los pubs no tiene ningún sentido, a ellos les preocupa que funcione la caja. Los vecinos llevan veinte años hablando con el Grietax, que a su vez lleva veinte años trampeando el sonógrafo. De lo contrario, a la gente que va a bailar no le llega la música y tiene que subir el volumen. Es cuando los vecinos empiezan a pegar voces.
¿Cuál es la situación de la fiesta after hours?
Sigue habiendo problemas, sobre todo al principio de la calle Orzán. Es un infierno lo que se monta allí a partir de las cinco de la mañana. Realmente han cerrado varios after hours, pero sigue habiendo problemas con La Tata. No son locales que vivan de vender cafés a esa hora de la mañana y recientemente estuvieron varias patrullas de la Policía Local por la mañana.
Muchos vecinos tendrán hijos o nietos que son clientes del ocio nocturno del Orzán...
Hay muchos vecinos que tienen hijos que salen de noche por los locales del Orzán, pero no les da derecho a molestar a otra gente. Si tú tienes un vecino que hace ruido no quiere decir que lo des por bueno. Se trata de respeto hacia el prójimo. El ocio nocturno tal y como lo entienden los coruñeses es tremendamente irrespetuoso con el prójimo.