Hace un año no eran pocos los coruñeses que se alarmaron ante un enorme despliegue policial en la plaza de Pontevedra. La alarma no duró mucho, hasta que vieron las cámaras que grababan el entorno. Se trataba del rodaje de ‘Fatum’, la película con la que el cineasta gallego Juan Galiñanes debuta en la ficción y que se estrena hoy, tras su preestreno ayer en Cantones Cines.
Debuta con un elenco con actores como Luis Tosar, Álex García, Arón Piper, Elena Anaya, Luisa Mayol o Pepa Gracia, “nombres muy importantes en el cine español” a los que se suman actores gallegos “a los que quiero tener cerca siempre”, conformando “un elenco de lujo”
‘Fatum’ nació hace casi una década, pero, como suele ser habitual en el cine, los proyectos nacen y crecen en tiempos muy distintos. No obstante, este tiempo le permitió a Galiñanes adquirir diez años más de experiencia, sobre todo, “diez años de experiencia como padre”, ya que una de las temáticas que aborda la cinta es la paternidad.
Molestas un poco, pero el resultado creo que los coruñeses lo agradecen, que se ponga en el mapa de las historias lugares más allá de las ciudades grande
Galiñanes asegura que el público que vea la película “va a encontrar un thriller, pero que puede sorprender a quienes vayan a verla pensando sol en un thriller”, porque, aunque ese sea el envoltorio, “descansa el peso mucho más en la historia, en la trama y en unos personajes que, por encima de todo lo que se encargan, son padres”. El cineasta cree que la historia permitirá “empatizar muy fácil con los personajes, porque son muy creíbles, tienen las mismas emociones que tú, te los podrías encontrar por la calle”, explica entre risas. El director destaca también el trasfondo social, que toca temas “que deberíamos abordar, como es el juego”. “Tocar estos temas, desde el entretenimiento y el cine, me parece muy importante”, afirma.
A pesar de que la idea es suya, para ‘Fatum’ colabora con Alberto Marini, el guionista de ‘El Desconocido’, “por un lado, porque es un crack, por el otro, porque sentía que me venía bien desapegarme de la historia, una mirada fresca” para “tener un punto más ajeno a la historia, separarme de ella”, pero sin cambiar “la esencia del guión”.
“La película es muy coruñesa”, y así lo dejan ver localizaciones como la plaza de Pontevedra, el Chuac o Meicende, este último “un lugar que no recuerdo ver en pelis y que me parecía otra cara de la ciudad que jugaba muy bien”. “Es la ciudad en la que vivo y en la que me apetecía contar la historia, mi ópera prima en la ficción”, apunta.
La primera idea apuntaba a A Coruña y sus alrededores, pero el círculo se fue cerrando. Así que le dijo a la productora (Vaca Films) “ya, a lo grande, si la liamos, la liamos bien”, por lo que pensaron en el “centro de conexión de todo, el lugar donde la puedes liar más”, asegura entre risas refiriéndose a la plaza de Pontevedra. “He de decir que nos portamos bastante bien”, comenta con una sonrisa, mientras explica que dejaron que la circulación siguiese igual pese a los cortes. “Molestas un poco, pero el resultado creo que los coruñeses lo agradecen, que se ponga en el mapa de las historias lugares más allá de las ciudades grandes”, afirma.
Y la puesta en el mapa, se consigue también desde detrás de las cámaras. Desde hace unos años se está hablando del ‘boom del audiovisual gallego’ y Galiñanes también cree que “están emergiendo directores, pero ya tradicionalmente el audiovisual gallego tiene muchos técnicos que crean industria, que permite que gente de fuera venga a rodar con gente gallega”.
Por eso ve necesario “hacer un llamamiento a nuestra tele pública para no abandonar la ficción”, porque la creación de obras de ficción en este medio “ayudaba a que estos técnicos estuviesen formados, pudiesen dar el salto a otros lugares y ser exponentes a nivel nacional”. Pero ese ‘boom’ también nace de la necesidad del espectador de cambiar los escenarios a los que están acostumbrados. “Cualquier cosa puede ser universal, nuestra cultura es fuerte y debemos exportarla y el espectador está cada vez más preparado para recibirla”, concluye.