Una conversación con Juan Herrera es como una masterclass exprés de humor, televisión y radio. Partícipe de todo tipo de creaciones como ‘Humor Amarillo’, ‘Goles son amores’, ‘Jack el despertador’ o ‘El Hormiguero’, entre muchos otros conocidos y sin conocer, Herrera visitará la ciudad el próximo 4 de mayo, en el marco del Encuentro Mundial de Humorismo (Emhu), para participar en Afundación en una mesa redonda sobre el negocio del humor, junto a Álex Clavero, Raquel Martos y Luis Piedrahita.
Y la conversación es una masterclass exprés porque una simple pregunta como ‘¿Cuál es su opinión sobre el Emhu?’ vira rápidamente hacia un elemento clave en el entendimiento de Herrera: la distinción entre risa y humor, que asegura que Luis Piedrahita, director del Emhu, capta a la perfección. “El humor es una categoría de pensamiento”, asegura, “en España, teniendo a Cervantes, santo varón, patrono, no solo de los humoristas, sino de nuestro país, creo que es obligado tomarse en serio el humor y Luis trata de hacerlo para darle una dimensión de pensamiento, de interpretarlo más allá del regate corto, del chiste de actualidad o del chascarrillo”.
Y su mirada humorística no solo vira hacia Cervantes, también hacia personalidades como Dalí o Chiquito de la Calzada. “Los dos mejores humoristas del siglo XX, para mí, han sido Dalí y Chiquito, porque han creado lenguaje, no se han preocupado, simplemente, de hacer más o menos gracia, sino que han creado una manera de hablar, de moverse, de interpretar la realidad”, apunta. Asegura que Dalí hizo una aportación al humor, su lenguaje, “lo mismo que hacen los poetas”.
Y desde estos puntos de vista se puede empezar a conocer a una personalidad que, pese a ser uno de los artífices de horas y horas de entretenimiento, ha preferido alejarse de los focos.
“Desde niño entendí cuál era mi función en el mundo, que es tratar de entenderlo, darle sentido a mi vida y que lo que hiciera tuviera siempre la pasión como elemento”, apunta y añade que, al ponerse delante de los focos, “te conviertes en un personaje”. “Al ser personaje, no estás siendo tú, estás interpretando para no decepcionar a tus seguidores, yo no tengo seguidores y, por tanto, no tengo que representar un personaje y ser fiel a él, yo soy fiel a la vida, a mis ideas y a mis pasiones”, afirma Herrera, que define su vida creativa tirando de su característico humor: “Mi única capacidad es inventar estupideces, inventando estupideces he sobrevivido hasta ahora”. “Hay dos maneras de vivir la vida, de puertas afuera o de puertas adentro, yo siempre he vivido, y elijo vivir, de puertas adentro”.
Es autor de multitud de creaciones, pero asegura que solo tiene una espinita clavada, que “sería una manera bonita de cerrar mi trabajo profesional”. Se trataría de “un homenaje a los gitanos españoles, porque el año que viene se cumplen 600 años de la llegada de los gitanos a España”. Explica que “es una gente extraordinaria, con un talento descomunal”, y recuerda que “aún hoy es el día que tenemos prejuicios, los hemos tratado francamente mal, los hemos perseguido y hemos tratado de eliminarlos como raza”. Son solo algunos de los motivos por los que “me gustaría rendirles este pequeño homenaje, que sería hacer este espectáculo, rememorando su llegada a España, que llegaron con la música, la danza y las artes circenses por bandera”.
Y con una nueva pregunta aparentemente sencilla, regresa la masterclass de humor: ¿Cuál cree que es la clave para hacer humor? Y Herrera, que no es gallego, pero podría serlo, responde con otras preguntas “¿Cómo se hace el humorista?”, se pregunta antes de responder el mismo: “Mirando”. Y es que para Herrera, el humorista se hace mirando la vida “con otros ojos”, teniendo “un cerebro con esa plasticidad de estar y, al mismo tiempo, no estar, de salirte de la situación para verte a ti mismo en ese contexto ridículo o ver un objeto”.
Y lo explica echando mano de ejemplo, como la palabra ‘berbiquí’. “La palabra berbiquí es una preciosidad, tu se lo llamas a un tipo y, sin saber lo que es, se ríe, porque es una palabra que tiene el tono de humor, pasa con todo, hay que tener un poquito de alejamiento, estar a la altura de la realidad y aparece el humor”, relata antes de echar mano a otra palabra, ‘cantimplora’. “Canta e implora, ¿quién es el genio que le ha puesto ese nombre a un artefacto que es una botella gorda?”.
Así, vuelve al hilo y resume la respuesta: “No hay ninguna condición que haga al humorista, solo esa, ser observador y tener la capacidad de salirte de la situación”. “Ya después se convierte en servicio, cuando uno se convierte en humorista profesional, que es otro asunto”, concluye.