La Semana de la Arquitectura de este año giró en torno a la construcción vertical. En ella, se celebraron diferentes actividades como conferencias, charlas o incluso visitas guiadas a algunos de los edificios coruñeses de referencia.
Una de estas actividades fue la exposición ‘Torres Coruñesas: Construcción vertical de la ciudad en el siglo XX’, germen del juego de cartas más coruñés, una baraja que rinde homenaje a los edificios herculinos del siglo pasado.
En la muestra, expuesta hasta ayer en el Palacio Municipal de María Pita, se trataron diferentes temas sobre la historia de la construcción coruñesa. El eje temático de este año fue la arquitectura vertical, repasando los edificios más singulares del siglo pasado y el vínculo entre una ciudad y una torre como símbolo.
Antonio S. Río –doctor en la Universidad de A Coruña y uno de los arquitectos coruñeses creadores de este juego, junto a Raquel Álvarez y Nacho Laya– explica cómo se gestó este entretenimiento.
“Se nos ocurrió con la intención de darle un toque simpático para conocer más la arquitectura que tenemos cerca. Pensamos en las míticas barajas de los años 80 sobre coches o barcos. ¿Por qué no algo parecido con torres?”, relata Antonio S. Río.
Resulta cuanto menos curioso que un juego de cartas pueda ilustrar de una forma lúdica y didáctica la gran historia de las construcciones de su ciudad. Las torres Hercón, Dorada o Efisa, o el edificio del Banco Pastor, son algunos de los colosos de la ciudad que figuran en la baraja.
El juego cuenta con un total de cuarenta cartas, simulando cuarenta torres y divididas en cuatro grupos de diez. En la esquina superior derecha aparecen las letras ‘A’, ‘B’, ‘C, y ‘D’, y al lado, un número, correspondiente a las divisiones de cada carta, con el objetivo de “simular los palos de una baraja española”. También se observa el nombre del edifico y, justo debajo, la ubicación.
A continuación, en la parte derecha de la carta se pueden ver cinco características de la construcción: año del proyecto, altura total, plantas, viviendas y perímetro. Todas estas y sus valores serán cruciales para entender el funcionamiento del juego.
Para aportar la información completa a cada uno de los edificios, en la esquina inferior izquierda se puede observar el nombre del arquitecto de la construcción y en la esquina inferior derecha, una especie de multiplicador, que muestra la cantidad de torres que incluye cada proyecto.
Antonio S. Río: “Se nos ocurrió con la intención de darle un toque simpático para conocer más la arquitectura
que tenemos cerca”
Para jugar, se barajan y reparten las cuarenta entre todos. Cada participante mantiene sus cartas en un montón boca abajo y solo puede ver la primera, ocultándola a los demás. El jugador situado a la derecha del que reparte elige uno de los cinco valores de la carta. El resto de jugadores leen la misma característica de su primera carta.
La finalidad es clara: quien tenga el valor más alto, gana y recoge las cartas de sus oponentes, añadiéndolas en la parte de abajo de su montón. El ganador elige una nueva característica de la siguiente carta.
Si dos o más jugadores coinciden en el valor más alto, las cartas se colocan en el centro y el mismo participante escoge otra característica de la siguiente, pudiendo emplear también el valor del número de torres. El ganador de esta mano se lleva todas las cartas y quien consiga toda la baraja, vence.
Un total de 300 fueron las barajas que se repartieron junto al catálogo de la exposición en la inauguración de la muestra. “Nos sorprendió el interés que suscitó el tema de las torres”, apunta el arquitecto coruñés. De hecho, tanta fue la expectación de esta gran iniciativa que provocó que mucha gente de fuera de la ciudad, aficionada o coleccionista de barajas, se interesara por el juego, según cuenta Antonio S. Río.
La Semana de la Arquitectura 2024 tuvo mucha presencia de coruñeses en todas sus actividades, según relata Río. En las visitas guiadas, que requerían reserva previa de plazas, se agotaron todas a las pocas horas. La exposición del Palacio Municipal también despertó gran interés. “Siempre que pasamos, había gente. Tuvo muy buena acogida”, concluye el arquitecto.