Probablemente, uno de los peores tragos por los que se puede pasar es el divorcio. Suele ser amargo, incluso si es de mutuo acuerdo, pero lo que las estadísticas judiciales señalan es que cada vez hay más divorcios no consensuados, que acaban con los dos dirimiendo sus problemas frente a un juez. De hecho, en el segundo trimestre de este año se alcanzó la cifra de 134 casos en el partido judicial coruñés, un récord desde 2015, según las estadísticas del Tribunal Superior de Xustiza (TSXG).
El partido judicial de A Coruña incluye a Arteixo, Cambre, Carral, Cerceda, Oleiros y Culleredo y registra más divorcios, casi el doble que el partido judicial de Vigo, aunque la tasa es más baja que el de Ferrol, que encabeza la lista con 2,5 divorcios por cada mil habitantes, mientras que A Coruña, la cifra es de 1,2. Sin embargo, Pilar Cortizo, tesorera del Colegio de abogados y experta en Derecho de Familia matiza estas cifras pero, al mismo tiempo, reconoce que antes existía una diferencia notable a favor de los divorcios consensuados, que actualmente está disminuyendo.
Por ejemplo, en el último trimestre del año el número de divorcios consensuados es de 160 y el de no consensuados, 134. Es más alta que Vigo, Ourense y Santiago juntas. En seis meses, suman 609, pero Cortizo se muestra cauta sobre el incremento de los contenciosos: “Esto tiene trampa porque no figura el divorcio notarial, que se puede tramitar cuando no haya hijos menores de edad”. La experta considera que existe una evolución en los últimos años: “Es posible que haya habido un aumento de los divorcios contenciosos a partir de años 2022”.
En todo caso, hay que señalar que el número de divorcios supera, y con mucho, al de las separaciones, consensuadas o no: fueron cinco en los seis primeros meses del año en el caso de los consensuados y solo dos en el de los no consensuados. Eso parece indicar que los coruñeses prefieren con mucho una ruptura total de su matrimonio a darse un tiempo para reflexionar, porque
la esta cifra sí se mantiene estable.
Se puede achacar el cambio al carácter litigante de los gallegos pero la abogada lo achaca a la actual coyuntura económica, aunque advierte de que no es la causa en sí de la ruptura matrimonial: “La economía ayuda, y puede ser el detonante, pero no creo que la economía sea el principal motivo de divorcio, pero es una causa de discordia”. El principal motivo sería entonces otro tipo de cuestiones, como la conciliación, la coparentalidad. “Muchas veces existen esas discrepancias en cuanto al cuidado y atención de los hijos”, apunta Cortizo. Otro factor negativo es “el tema de la comunicación vivimos en una sociedad frenética, no tenemos tiempo para nada, y tampoco para esa comunidad con la pareja. Eso puede verse agravado por el tema económico. Pero no es la causa directa”.
El motivo por el que la economía afecta a los divorcios se percibe en los procesos de modificación de medida. Son aquellos en que uno de los progenitores solicita que se modifiquen las que se acordaron inicialmente, sobre todo el de la pensión alimenticia, para pedir su extinción o reducción de alimentos.
La mala situación económica desde 2008 provoca que el progenitor quiera reducir la pensión cuando puede. Pero, por otro lado, también desincentiva el divorcio. Porque cada vez es más difícil sostiene un hogar con un solo sueldo.