Esta semana, la alcaldesa, Inés Rey, acudió al centro cívico de Os Mallos para explicar los pormenores de la próxima obra de humanización (aunque no peatonalización) de la ciudad ante unos suspicaces vecinos. La humanización de la avenida de A Sardiñeira unirá el barrio con la nueva estación intermodal y tendrá un efecto directo en la zona.
Las obras comenzarán el próximo lunes, se prolongarán 14 meses y contarán con 1,3 millones de euros procedentes de los fondos Next Generation. El objetivo principal es crear una rotonda de 18 metros que permita redirigir todo el tráfico de autobuses desde la avenida de Arteixo, pero también se aprovecha para humanizar la vía que a día de hoy cuenta con aceras estrechas y viejas. Además, se instalará un carril bici en la acera del lado contrario a la estación.
Durante más de una hora, la alcaldesa, acompañada de la nueva concejala de Movilidad, Noemí Díaz, y de un técnico, trató de convencer a los presentes de las bondades del proyecto. Las preguntas que surgieron fueron una repetición de las que se suelen escuchar en estos casos: estaban preocupados por el efecto que iba a tener en los negocios, en el aparcamiento, e incluso en la seguridad vial.
Sería muy optimista afirmar que todos quedaron igual de convencidos. Uno aseguró que la falta de aparcamiento había causado un efecto muy negativo en Primo de Rivera, pero la alcaldesa se lo rebatió. Por otro lado, el plan incluye reordenar el aparcamiento precisamente para minimizar esa pérdida: habrá estacionamiento de vehículos entre la calle Europa hacía la ronda de Outeiro, tramo que será de un solo sentido. Entre la calle de San Rosendo y la ronda de Outeiro, el estacionamiento estará en línea, a lo largo del margen derecho.
Pese a todo, a los vecinos les molestaba perder plazas. La alcaldesa les recordó que la obra de la intermodal incluye un aparcamiento subterráneo de gran capacidad pero que, obviamente, será de pago. Los vecinos seguirán echando de menos el de superficie.
Algunos puntos todavía están por concretar, como las zonas de carga y descarga. Los afectados temen que, en una calle tan larga (mide más de 800 metros, aunque el tramo afectado por estas obras será menor) las zonas queden inevitablemente lejos de algunos de los negocios. Otro punto en el aire es la conexión con la ronda de Outeiro. El proyecto contempla únicamente el giro a la derecha desde la avenida de A Sardiñeira, pero el técnico presente en la comparecencia del lunes en el centro cívico apuntó que se están barajando otras posibilidades. Rey prometió que se informaría a los vecinos tan pronto como se sepa.
Iguales recelos despertó el carril bici, sobre todo el tramo que compartirá con los peatones, a la altura de la calle Europa. Una señora aseguró haber estado a punto de morir por una bicicleta de la que salvó “de milagro”. Habrá que seguir confiando en la intervención divina para evitar accidentes, porque los técnicos insisten en que es la solución más segura, pese a las dudas de los vecinos.