El luthier Fran Torrecilla elabora violines con alma coruñesa

El luthier Fran Torrecilla elabora violines con alma coruñesa
El luthier Fran Torrecilla | Quintana

Si el violín es un instrumento que tiene alma, la de los que elabora el luthier Fran Torrecilla es coruñesa. Fotógrafo de prensa durante años y amante también de la pintura, comenzó a interesarse por los instrumentos a edad temprana, al ver a un profesor de guitarra dándole clases a su hermano.


Creció rodeado de arte fotográfica, pues su padre trabajaba en Foto Blanco. Le apasionaba desmontar juguetes y ver cómo funcionaban. Esa misma curiosidad debió de llevarle a ahondar en el interior de los instrumentos y hace unos cinco años se puso manos a la obra.

 

Comenzó a elaborar guitarras y pronto se aventuró a realizar violines. Para ello consultó diversas fuentes, sin olvidarse de compartir tiempo con el luthier Gonzalo Bayolo, quien compartió con él ciertas directrices.

 


Calidad y mimo


La elaboración de un instrumento tan delicado requiere una gran implicación. Uno de los retos es la elección de la madera, en función de su antigüedad, dureza o tipo de grano.


Fran Torrecilla explica que existen diferentes métodos para su construcción. El más tradicional es el Cremonese, del que parten los famosos Stradivarius y Guarnerius, que se realizan con molde interno. Otra opción es la elaboración con molde externo.

 

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Carlitos Pérez toca un violín de Torrecilla en el concierto de Robe | Quintana

 

Hay que evitar que existan tensiones indeseadas, así como atender al peso y la vibración del instrumento. Todo a fin de que el particular sonido del violín ofrezca un equilibrio entre fuerza y matiz y haga disfrutar a los espectadores. Los violines de Torrecilla lo consiguen, pues uno de sus instrumentos estuvo presente en el escenario de Robe el pasado octubre en el Coliseum, en manos del violinista Carlitos Pérez.

El luthier Fran Torrecilla elabora violines con alma coruñesa

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