Manuel García-Castellón: “La independencia del juez en España es increíble; primer mundo no, lo anterior”

Manuel García-Castellón: “La independencia del juez  en España es increíble;  primer mundo no, lo anterior”
Manuel García-Castellón y Fernando Suanzes, en el Palacio de la Ópera | Javier Alborés

Tras la charla del juez  Manuel García-Castellón se realizarón un ronda de preguntas.

 

Hay un debate en la opinión pública sobre la posibilidad de que los fiscales instruyan en lugar del juez instructor, que es algo que se da en otros países pero no en todos. Cuando estamos en un país donde vemos que el fiscal jefe está a las puertas de una imputación o donde el presidente del Gobierno dijo  que la Fiscalía abiertamente dependía de él, como ciudadano normal de la calle me da mucho miedo.

 

Lo tengo bastante claro, los fiscales que he conocido son magníficos la mayoría. Soy partidario de que sean los fiscales los que hagan la investigación, como pasa en toda Europa, con una pequeña excepción en Francia, donde tienen un 20% de la investigación. Sería partidario de la Fiscalía, por una razón práctica, que habría una unidad de criterio, es decir, el fiscal jefe de Galicia daría instrucciones a sus subordinados, “en caso de homicidios las pautas de comportamiento tienen que ser estas. Mientras, que siendo los jueces, si hay 600 o 700, son 700 pequeños reinos de Taifas donde cada uno lleva la investigación, es verdad que tiene al lado al fiscal pero el juez no deja de ser el juez, y eso para mí es negativo. Con la cantidad de fiscales que hay no se puede llevar a cabo, habría que multiplicar el número y el juez tendría que quedarse como juez de garantías. La experiencia del juez de garantías yo ya la tengo por la Fiscalía Europea, cuando interviene (en España tiene siete fiscales) tiene que acudir a ese juez de garantías para pinchazos telefónicos o cosas que afectan a derechos fundamentales. La Fiscalía Europea está actuando como esa instrucción. Me sumo a lo que dice, es el peor momento posible porque hubo un político que se le ocurrió decir eso y fue terrible. Hay una desconfianza, no es así porque los fiscales son estupendos y llevo toda mi vida con ellos. Eso es una torpeza, por lo tanto, sí pero no.

 

Se necesita un cambio del estatus del fiscal, que tiene que tener la misma independencia que el juez. 
Sigo aquello de “a las personas que tienen esa responsabilidad hay que escogerlas como si fuesen 
ángeles, pero vigilarlas como si fuesen demonios”.

 

Cuando se habla de la independencia, es verdad que nos ponemos un poquito estupendos. Yo he tenido muchas sorpresas, por ejemplo, tanto en Francia o en Italia. Sorpresas de ver lo que es la dependencia de verdad, me he quedado asustado. Por ejemplo, en un suceso que afectaba a un grupo de españoles en Perpiñán, el juez de instrucción de Perpiñán fui y le dije ‘pasa esto, necesito que me autorice a desplazarme a Perpiñán’, me dicen que lo consultan y me dicen al día siguiente. Al día siguiente me dice que ha consultado con la Corte de Apelación de Montpellier y me dicen que espere y que llame mañana. Al día siguiente, que dice la Corte que ha llamado al Ministerio de Justicia en París y le han dicho que no. Y no fui, por lo tanto si hablamos de independencia y nos miramos en otros espejos nos llevaríamos muchas sorpresas. Al juez de instrucción de Perpiñán le dice el Ministerio de Justicia que no autoriza al juez español que venga. Aquí tenemos una independencia maravillosa. La independencia del juez en España es increíble, primer mundo no, lo anterior.

 

 

¿Hasta qué punto los jueces tienen cierta culpa de la politización de la justicia?

 

Desgraciadamente el sistema de control de los jueces está tomado por dos partidos fundamentalmente, una vez está uno y otra vez otro. Esto me parece muy triste. Los que hemos estado acostumbrados a este trabajo, en el cual normalmente no te amenazan de una forma directa (“te voy a pegar un tiro como hagas esto”), sino que es a través de sugestiones, medias palabras, pues si soy joven y estoy iniciando mi carrera lo tengo un poco crudo, a lo mejor. Siempre queda esa sospecha ahí, lo cual es triste, porque hay compañeros o jueces valiosísimos que muchas veces han visto truncada su carrera por no decir “sí señor”. Desde mi punto de vista habría que cambiar el sistema, claramente, no sé cuál, pero esto no me ha gustado nunca y me sigue sin gustar. Después eso lleva a tener etiquetas, “este juez es de izquierdas”, “este de derechas”... Yo he aguantado, pero yo realmente me he metido con todos.

 

¿Desde la política se puede ir también contra esa independencia del poder judicial dotándolo de pocos medios?

 

He estado con todos, con la UCD, el PSOE, el PP... como decía el portero del Ministerio: ‘Aquí el único que siempre está soy yo, los ministros van cambiando’. Habrán oído ustedes que el problema de la Hacienda española se resolvió con una inversión gigantesca, un sistema de ordenadores impresionante en el subsuelo de Madrid que hace que estés absolutamente controlado. Eso no se ha hecho con la Justicia, no lo han hecho ni unos ni otros. Y es verdad que tú tienes un ordenador, estás viendo no sé qué cosa y no sabes que el señor que está en busca y captura por ti ha pasado al otro juez que está en un despacho más para allá, porque no se te refleja. La razón, no tengo ni idea, pero si hubiese voluntad política, inviertes 4.500 millones de euros y haces un sistema. Esto se haría con una auditoría seria, externa, que cuesta un dineral. Pero no se hace.

 

¿Qué nos deparará el futuro a nivel judicial?

 

Pienso que va a seguir todo igual, tendría que producirse un cataclismo y que sucediera algo grave que hiciera comprender al legislativo que harían falta reformas. Desde mi punto de vista modestísimo, y probablemente esté equivocado, los padres de la Constitución, y me corregirá Bieito, por una parte hicieron una labor admirable para salir de una situación tremenda, pero en algunas cosas se olvidaron de poner las luces largas y no entendieron que había que mirar hacia adelante. Obviamente había un problema gravísimo en el momento, pero ¿qué pasaba dentro de 30, 40 años? Eso o no lo vieron o no quisieron verlo, no sé, no estaba yo allí, pero si ves las actas de la formación de la Constitución, lo que se discutía, faltaba ese impulso futurista para comprender que una sociedad iba a cambiar radicalmente. La España que existía cuando yo entré no tiene nada que ver con esta, hay la misma gente buena y la misma gente mala, pero la sociedad como tal ha evolucionado absolutamente. El país ha hecho unas costuras tremendas, hemos pasado de 36 millones de habitantes a casi 50, aunque solo fuera por ese dato, ¿qué pasa con los hospitales, la Justicia, la educación, la Policía, el Ejército? Es necesario adaptar este país que ha ensanchado sus costuras a lo bárbaro: tenemos 1.300.400.000 de Producto Interior Bruto y teníamos la mitad exactamente, es verdad que somos muchos más. Hay 21 millones de personas trabajando, cuando siempre había por debajo de los 15.

 

¿Dónde ponemos hoy los límites a la libertad de expresión?

 

Iba a decir una respuesta muy fácil, pero después, claro, es muy complicada. Iba a decir que el Código Penal o, en su caso, el Civil, está ahí. Esa es la respuesta fácil y real, no hay otro límite. El Código está ahí desde hace 1.500 años, hay una cosa que se llama calumnia, hay una cosa que se llama injuria, pero después viene la jurisprudencia del tribunal Constitucional y dice lo que dice con respecto a estos límites: ¿Qué es la libertad de expresión? Y no le cuento nada ya sobre la representación que tengo aquí a mi lado, la de los medios de comunicación, el deber y el derecho de informar es sagrado totalmente y sus límites están muy poquito cercenados, o casi en absoluto, por ese Código Penal del que hablamos. Ese Código es el límite, pero la interpretación de los tribunales es muy restrictiva en lo que afecta a esa libertad de expresión en el sentido positivo, cuando hay una colisión normalmente vence siempre la libertad de expresión. Por lo tanto, con la jurisprudencia que hay, ya me puedo yo empeñar en poner límites que los van a echar abajo.

 

¿Qué opina sobre los jueces estrella, los que habitualmente salen en revistas del corazón? ¿No cree que deberían dedicarse a dictar sentencias y providencias y dejarse de salir en prensa?

 

¿Qué quiere que le diga? Cada uno es como es, yo no hablo mal nunca de nadie, siempre procuro hablar bien y son formas de ser. Ser juez es como otra profesión y yo pensaba de otra manera, porque me llevé un par de sustos pequeños y me sirvieron para reaccionar cuando empecé con 25 años. Era un chaval y no sabía nada, y me di cuenta con esos sustos de que por desgracia para la persona del juez, el juez lo es las 24 horas del día. Me encanta leer, monto en bicicleta, subo montañas, viajo cuando puedo, tengo buenísimos amigos... no soy un juez que está ahí con la vara de medir, pero tu comportamiento ha de procurar ser intachable y ser consciente de que cuando tú sales en algún sitio es porque eres conocido. Soy conocido ¿por qué, por ser calvo? No, porque he llevado asuntos mediáticos, yo no tengo la culpa, no he podido hacer nada por impedirlo. Realmente tienes un deber moral de no utilizar eso en beneficio tuyo. Soy un juez a la antigua, un señor serio. Recuerdo el presidente de Burgos, que fui a su despacho a verle y casi me desmayo, un señor de 1,90 vestido de negro de arriba a abajo, con un bigote así de grande, unas gafas de culo de vaso y mirada muy severa. La imagen se me ha quedado grabada.

 

Debería de seguirse el sistema que se estableció en la Constitución de nombrar a doce vocales entre los jueces  y otros ocho elegidos por las Cámaras. 

 

En todas las profesiones hay una cosa que se llama corporativismo puro y duro. Efectivamente, el primer Consejo que presidió Federico Sainz de Robles fue un Consejo muy modélico. Pero tengo esa desconfianza hacia ese corporativismo, porque existe y no lo vamos a negar. He dicho antes sobre la lupa que tienes encima de ti constantemente, pero esos doce el día de mañana volverán a la carrera judicial y tendrán aspiraciones: quiero ser presidente de la Audiencia de Salamanca. Soy absolutamente partidario del sistema anglosajón, cuantos más controles haya y cuantos más contrapesos, mejor. Estados Unidos es modélico en eso, tiene muchas cosas malas pero también muchas buenas, y el Reino Unido, también.

 

¿Deben los jueces que entran en política volver a la carrera judicial?

 

Hay una cosa que se llama abstención y recusación. Si tú has estado en la política y vuelves otra vez, ya sabes que tienes que abstenerte o te van a recusar; vuelvo a reiterar el sistema de vigilancia constante que tienen los jueces. Yo que me he pasado la vida con los servicios de información y de inteligencia no solamente de España; los más vigilados somos nosotros. Hablo del juez de instrucción. Sobre lo de la política, ¿y por qué no? Eres un profesional de algo pero tienes una vida y hazla lo más rica que puedas. Y si tienes ideas, ¿por qué no las vas a llevar a la práctica? Hay un sistema de control que es la recusación y la abstención y eso funciona. Cuando llegué a la Nacional, que venía con la gorra del pueblo de Valladolid, recibí a un abogado y, cuando se iba, me pregunta sobre mi instalación en Madrid. Le dije que estaba en un hotel, porque “menudos precios de alquiler”. Me mira y me dice: “Porque usted quiere, señoría”.

Manuel García-Castellón: “La independencia del juez en España es increíble; primer mundo no, lo anterior”

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