Que La Marina es la fotografía de la ciudad resulta incontestable y únicamente podría entrar en un debate al respecto con los defensores de María Pita como alternativa. Solo el disco duro de los turistas, especialmente los cruceristas, podría dictar sentencia. Sin embargo, tradicionalmente se relaciona con ese brillo la zona más próxima al mar, la de la icónica foto de las galerías de cristal. Es el ocio nocturno y el cambio de hábitos en el mismo el que de un tiempo a esta parte reivindica como epicentro, a partir de cierta hora, de la noche la zona de los arcados, la subdelegación del Gobierno y que prácticamente conecta con el Obelisco.
En un punto estratégico a caballo entre la plaza de la Cormelana, el Orzán y el área del puerto, La Marina es casi una parada obligada entre el primer y el último trago de la noche. Son principalmente tres locales de reciente apertura y con notas comunes: nacidos con las restricciones de la pandemia, con un público joven pero maduro y al que no le importa desafiar el frío con largas colas en los accesos.
Cumple su cuarto año La Cúpula, culpable en buena medida del revival de la zona y en su enfoque de negocio lleva mucho de ese concepto. Se encargó de convertir el clásico piano bar Swing en un local ecléctico, con música que explota el sentimiento de nostalgia y, sobre todo, respetuoso con la estructura original.
Prácticamente un par de portales más adelante, la histórica Farmacia Europea se convertía en Tre Parole, un pub de dos pisos al que Marta Bea decidió dotar de algunos conceptos que ya funcionaron en Azka, en plaza de Azcárraga, y DPicos Pardos, en la Cormelana. “Lo que mantenemos es el trato, aunque el Azka no va más allá de la primera copa”, comenta. “En Tre Parole, entre las 01.00 y las 03.00 horas, momento del cierre, aprovechamos el tránsito de gente que va al puerto, Backstage o La Cúpula”, afirma. “Tenemos un público entre 25 y 40 años, aunque de repente te aparece un grupo de otro perfil”, añade la gerente del local, que a pesar de contar con apenas 14 meses de vida ya tiene un público fiel y una intensa actividad cultural y a través de las redes sociales. “Potenciamos mucho ese aspecto”, matiza.
Locales con historia reciente
A pesar de que su apertura llegó el pasado mes de julio, el proyecto de La Calle, en el número 19 de la avenida, se remonta justo a la semana del cierre del ocio nocturno debido a la pandemia. Antonio Ruiz, su gerente, ya se encargó de sacar adelante el vecino Quai cuando La Marina estaba a oscuras de noche y era una zona de tránsito. “Esta placita pasaba inadvertida, no había ningún local”, recuerda. Ahora, los más de 100 metros cuadrados del nuevo referente nocturno son parada obligada para sus coetáneos. “La clientela suele ir de la mano de los dueños, y nosotros somos todos gente entre 35 y 36 años”, explica. “Somos un lugar de cruce entre áreas de ocio, estamos en zona de tránsito hacia el puerto y la Cúpula funciona muy bien”, agrega. .
Sea cual sea el secreto, al albor de la nueva zona de marcha de la ciudad ya han nacido dos puntos de venta de comida a altas horas de la madrugada, con tanto éxito como los propios pubs.