Se hizo menos tediosa, y sobre todo más sabrosa, la espera por los taxis en las horas finales de la noche coruñesa. Y es que la apertura de madrugada del nuevo McDonald's del Cantón Pequeño supuso todo un alivio para los antojos previos a la cama, y también en muchos casos un alivio para “sentar el estómago”, como presumía un cliente que a las 03.10 horas guardaba cola estoicamente.
A pesar de que en la avenida de La Marina ya existen tanto máquinas dispensadoras como establecimientos dispuestos a hacer más llevadero el camino al taxi primero y a casa después lo cierto es que la 'M' amarilla emergió como una suerte de oasis en el desierto para muchos viandantes. Fue constante el trasiego desde la medianoche, pero a medida que los primeros establecimientos cumplían con su licencia a las 03.00 horas primero y a las 04.30 después el volumen de trabajo era el propio de una terraza a plena luz del sol.
El nuevo establecimiento de comida rápida no abre sus puertas de madrugada en el sentido estricto de la palabra. Los clientes referencian sus pedidos a un altavoz y un micrófono que en ocasiones resultan una pequeña barrera de comunicación. “Esto va a ser mi perdición, me voy a dejar más dinero aquí que en copas”, bromeaba uno de los pacientes clientes de una cola que apenas decreció durante buena parte de la madrugada. “¡Venid, que ya abrió hoy!”, advertía la avanzadilla de una pandilla que caminaba tan determinada hacia los taxis primero como a la cola de turno instantes después.
Desafían la ingesta previa los nombres de un menú que la mayoría se saben de carrerilla. La mayoría opta por la fórmula del menú como bocado previo al sueño. “Es como cuando mi madre me dejaba comida en la nevera para cuando llegaba a casa”, bromea el último afortunado de la cola, que camina hacia el taxi dispuesto a digerir una hamburguesa, dos pàquetes de patatas fritas, unos nuggets y un refresco mientras espera su vehículo. Y es que la espera, si es con el estómago lleno, se hace mucho menos traumática.